Si todas las encuestas extraoficiales levantadas hasta ahora ponen al químico Andrés Granier al frente de los aspirantes del PRI a la alcaldía de Centro, ¿por qué hay algunos barones del partido que se oponen a esta candidatura, aun sabiendo que podría arrebatarle a Morena la capital tabasqueña?
El exgobernador de Tabasco tiene el camino abierto para ser el postulante del tricolor a la alcaldía de Centro; no por un asunto de simpatías personales o de grupo, no por conveniencia de intereses de sus allegados, ni siquiera por un asunto de mercadotecnia política.
Es el mejor perfilado por tener un apoyo ciudadano fundado en su reivindicación pública tras haber pasado casi seis años en prisión como resultado de una vendetta política. Un revanchismo fabricado por Enrique Peña Nieto y el entonces gobernador perredista Arturo Núñez Jiménez.
Al haber lavado su nombre ante la ciudadanía y ante las leyes, al haber demostrado su inocencia ante las autoridades penales y civiles, el Químico demostró no deber nada ante la justicia. Y esto es algo que con seguridad no les gustará a muchos pero es la realidad de un conflicto generado para sacar renta política.
Bien pudo haber renunciado al PRI pero no lo hizo. Pudo haber renunciado con justificada razón tras haber sufrido la represión del Gobierno de Enrique Peña Nieto. No lo hizo porque supo que no era el partido sino un solo hombre el que quería verlo tras las rejas. Por eso es que su aspiración está fundada en la legitimidad de un priísta leal al partido.
Ha sido además un hombre que ha buscado el diálogo, la buena relación con el resto de las fuerzas políticas y Morena no ha sido la excepción. Todos recuerdan cómo al poco tiempo de su liberación agradeció al presidente Obrador y al gobernador de Tabasco, Adán Augusto López Hernández, haber hecho lo conducente para terminar con la injusticia de la que había sido víctima.
Por eso no debe quedar duda de que su relación con el presidente Obrador y con el mandatario estatal está en los mejores términos, porque jamás ha mostrado un signo de ingratitud ante el apoyo recibido para su liberación. Es más, algunos dicen que si Adán Augusto lo hubiera invitado a sumarse a Morena el químico no lo hubiera pensado dos veces.
No lo hizo por lealtad al partido. Y porque entiende que la lucha desde la oposición puede darse sin el encono, sin la guerra sucia y sin el enfrentamiento estéril que va en perjuicio de todos los ciudadanos.
Granier debería ser el candidato del PRI, pero no está solo, desde luego. En esa competencia abierta que ha permitido el dirigente Dagoberto Lara, de forma acertada, están también el exdirigente estatal del PRI, Gustavo de la Torre Zurita, el exdelegado de la Conafor, Pancho Lastra Bastar y el exgobernador Manuel Andrade. Todos ellos van a estar en una guerra civilizada para tratar de remontar en las preferencias del partido.
Gustavo de la Torre tiene una fuerte presencia en las bases y conoce el partido de pies a cabeza; se le conoce por ser un político abierto al diálogo y los acuerdos. Pancho Lastra tiene una trayectoria política envidiable que le ha llevado a ocupar los más exigentes cargos públicos, entregando siempre buenas cuentas. Y Manuel Andrade tiene el plus de haber sido gobernador.
Este es el pokar que el PRI tabasqueño tiene para elegir al candidato del PRI al municipio de Centro, una capital que no gobierna desde hace nueve años. Granier tiene todo para lograr el consenso con el resto de los competidores y sacar adelante su postulación.
En tanto, Dagoberto Lara, el dirigente del PRI, debe tener muy clara cuál es la mejor alternativa para sacar al partido de su complicada situación actual y revivirlo de una buena vez, algo que mucha falta le hace.