El PRI en Tabasco, por medio del diputado local Gerald Washington Herrera, ha hecho un reconocimiento implícito a la gestión que el Gobierno de Andrés Granier Melo tuvo al frente de la Gran Inundación de 2007, que el 28 de octubre cumplió trece años de ocurrida. Lo dicho en tribuna se ha ceñido a las cifras y a los hechos. Ni más, pero tampoco menos.
En su propuesta de inscribir con letras de oro esa gesta conjunta de los ciudadanos y el gobierno se abstuvo de mencionar el nombre del exmandatario. Pero ni falta hizo. Su intervención no dejó lugar a dudas para situar en su justo contexto lo ocurrido durante el peor desastre natural que ha sufrido el estado.
El legislador por Huimanguillo recordó que en apenas cinco días el 75% de la población, un millón 200 mil habitantes, resultó afectado. El 62% del territorio estaba inundado, 570 mil hectáreas de cultivos se fueron a pique, más de 670 localidades del estado tenían daños y más de 6 mil kilómetros de carreteras y caminos estaban averiados. De acuerdo a la CEPAL, Comisión Especial para América Latina y el Caribe, los daños superaron los 33 mil millones de pesos.
Gerald destacó cuatro aspectos fundamentales de la gestión de Granier en las crecientes: 1. La fortaleza de los tabasqueños que, junto al trabajo de las autoridades, evitó dejarse vencer por la adversidad, 2. El registro de cero fallecimientos o brotes de enfermedades, 3. Haber mantenido la gobernabilidad del estado, 4. La construcción de importantes obras de infraestructura que impidieron que las lluvias torrenciales de inicios de octubre de 2020 causaran mayores estragos.
La infraestructura anticrecientes levantada entre 2006 y 2012 demostró, entonces y ahora, su importancia estratégica. Por eso la necesidad de invertir en su mantenimiento. Y es que fue tan grande la magnitud de ese desastre de 2007 que hubo la necesidad de formular un programa de reactivación y reconstrucción con el apoyo de especialistas nacionales e internacionales. Este programa contenía una visión integral a largo plazo con el fin de evitar una nueva contingencia.
Aunque la mayoría de esos programas se abandonaron en el sexenio de Arturo Núñez, ahora algunos han sido retomados por el presidente Obrador. Ejemplo de esto último es la decisión de optimizar el manejo del sistema hidroeléctrico de la cuenca del río Grijalva.
Hay un punto relevante e incuestionable en las obras y programas ejecutados en el sexenio de Granier: han demostrado su eficacia y a la vez son sujetos de mejora. Por eso es necesaria su actualización. Al respecto el legislador priista dijo que “no se trata de vivir en el pasado sino de tomar lo mejor de ello, porque este presente también será pasado”.
Es verdad, ese desastre natural vive en la memoria colectiva histórica de los tabasqueños. La capacidad y fortaleza de los ciudadanos para reconstruir Tabasco debe ser reconocido con letras de oro en el recinto legislativo. Eso sí, dijo Gerald, sin nombres, sin protagonismos ni ideología “porque en esos momentos, el pueblo dejó de lado las diferencias políticas y los colores partidistas”. Por eso la obligación moral de los diputados para reconocer al pueblo de Tabasco en la superación de las adversidades, como ahora se ha visto con la pandemia.
En suma, ha sido una propuesta elocuente, precisa, que ha durado casi cinco minutos. Se ha ceñido a los hechos históricos, sin caer en la adulación o la fabricación de historias. Aunque queda bien claro que el reconocimiento es al pueblo de Tabasco en la petición de inscribir en letras de oro esta gesta, no puede uno dejar de pensar en el gobernante que estuvo al frente para superar esa contingencia, tan complicada como inédita.