COLUMNA: CARTA ABIERTA

Es posible que la próxima semana el gobernador Adán Augusto declare el fin de la contingencia y el levantamiento del estado de emergencia decretado por las inundaciones de este año. Desde ese momento tendrá que comenzar la titánica labor de recuperación de Tabasco, lo que implica no sólo el apoyo monetario a los miles de damnificados sino un puntual esquema de reactivación económica de todos los sectores productivos.

Ya lo dijo el presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana, José Luís Zúñiga Lozano: urge un plan gubernamental para reactivar la economía tabasqueña; urge la designación del nuevo titular de la Secretaría de Economía a fin de implementarlo junto a los empresarios.

Hay varios datos que avizoran un negro panorama para la sociedad tabasqueña: cierre de empresas por culpa del COVID, otras a punto de quebrar y la mayoría de ellas endeudadas. Esto ha implicado el despido de miles de trabajadores que se han visto obligados a autoemplearse a fin de sobrevivir

Otro dato ignorado por los medios de comunicación es la grave afectación al sector agropecuario. En el aspecto ganadero, se sabe que el 40 por ciento del millón 900 mil cabezas de ganado está ahora mismo afectado por las inundaciones. Ello ha generado una baja sensible en la producción local de carne y leche, ocasionando grandes pérdidas donde, como siempre, los más afectados son los pequeños productores. 

Una fuente confiable de la Unión Ganadera Regional de Tabasco, UGRT, la califica como la «mayor crisis del sector en los últimos cincuenta años». Lo peor es que con la llegada de la temporada de invierno la mortandad tendrá otro repunte debido a dos factores: la falta de pastura y el bajo peso que ahora presenta gran parte del hato ganadero en todo el estado. 

¿Han dicho algo al respecto el actual presidente de los ganaderos, Adán Merodio, o el secretario de Desarrollo Agropecuario, Jorge Suárez Vela? La respuesta es: no. Claro, salvo esa desafortunada declaración de este último en el sentido de que el ganado no corría peligro porque «sabe nadar». 

El fin de la contingencia, el cierre del estado de emergencia, tiene otro apartado que necesitará vigilarse a partir del próximo año: llevar a cabo el plan del presidente Obrador a fin de evitar que la planicie tabasqueña vuelva a padecer otra anegación de grandes dimensiones. 

El proyecto del mandatario nacional tendrá que aplicarse porque es inadmisible que los tabasqueños sigan sufriendo por la irresponsabilidad de las autoridades. Porque muy mal se hace al pretender apelar a la «heroicidad» y «solidaridad» de los tabasqueños cuando en realidad no tendrían porqué seguir padeciendo de tales calamidades que les arrebatan todo su patrimonio o gran parte de el. 

Hay otro elemento clave en la empinada cuesta que le espera a los ciudadanos a inicios de 2021: la aparición de la segunda oleada del COVID-19, presente ya con el repunte en el número de contagios, muertes y hospitalizaciones. 

Las autoridades no tienen permiso de relajarse ni de seguir ignorando los graves problemas de la economía estatal. Pretender actuar con desdén ante el sufrimiento de los tabasqueños podría tener un efecto negativo en lo electoral, porque ahí los votantes expresarán su descontento.

Otro apartado más: hoy, más que nunca, los tabasqueños necesitan de todo el apoyo del presidente, del paisano. Seguir apelando a la austeridad republicana en plena época de necesidades que atender no parece la mejor alternativa para gestionar la crisis.

Por Jorge Núñez

Periodista nacido en Villahermosa, Tabasco. Ha sido reportero de los diarios Contacto y a. m. de León, Guanajuato, además de Tabasco Hoy y Milenio Tabasco. También estuvo como jefe de la oficina del diario Correo de Guanajuato en la ciudad de León. Fue jefe Información de Diario Presente. Ha cubierto campañas presidenciales y a la gubernatura. Desde hace doce años es autor de la columna CARTA ABIERTA, publicada en varios portales electrónicos Twitter: @jorgenunez63