COLUMNA: CARTA ABIERTA
Los últimos datos revelan que Tabasco enfrenta ya la segunda ola de la pandemia del COVID-19, en lo que algunos otros llamarán un rebrote. Datos de la Secretaría de Salud de Tabasco, a cuyo frente está Silvia Roldán, reportan cinco colonias del municipio de Centro con la mayor dispersión del maldito virus.
En los últimos días se ha registrado un repunte en cuanto a casos positivos de coronavirus en Tabasco e igual ha aumentado el número de casos activos. Tan solo el municipio de Centro registra 587 casos activos.
Las colonias de la capital tabasqueña en las que se ha detectado la mayor dispersión son Indeco, Carrizal, Espejo 2, Atasta y Sabina. Por esta razón la Secretaría de Salud aplica pruebas PCR para detectar el mayor número de casos, proceder al aislamiento, hacer un seguimiento de contactos y dar tratamiento médico de los positivos.
El exhorto de las autoridades a los ciudadanos se centra en mantenerse alertas para que el rebrote, la segunda ola, no nos lleve a un confinamiento similar al registrado entre los meses de mayo y septiembre, cuando fueron suspendidas todas las actividades no esenciales.
A diferencia de entonces, ahora hay un mayor énfasis en el uso del cubrebocas y el resto de las medidas y los protocolos sanitarios.
Lo de Tabasco no es, por supuesto, un caso aislado. El rebrote ya se esperaba luego de haber doblado la curva y de que los casos bajaran al mínimo posible. Una vez que las medidas se relajaron los ciudadanos volvieron a las calles y con ello el repunte en el número de casos. Este es el comportamiento esperado del maldito virus.
Tarde o temprano se llegará al restrictivo semáforo rojo, a menos, claro está, que los tabasqueños asuman una ejemplaridad en su comportamiento y responsabilidad en la autoprotección que es, al fin de cuentas, la protección del resto de los habitantes.
La segunda ola del COVID aparece justo en la víspera de las celebraciones navideñas, temporada en la que hay un mayor flujo de personas. Por ahora se desconocen las medidas oficiales que habrán de tomarse a fin de evitar que los festejos deriven en otra etapa de emergencia sanitaria que ponga en peligro la capacidad de la infraestructura hospitalaria y que lleve a un nuevo récord de muertes diarias.
A esto hay que agregarle el impacto económico que traería un nuevo confinamiento. El aparato productivo y comercial pasa ahora por una grave crisis tras los estragos dejados por la primera etapa de la pandemia y, para acabarla de sellar, con la reciente inundación. Pasar de nuevo a semáforo rojo sería el ‘tiro de gracia’ para la debilitada economía tabasqueña, sumida ahora en una grave recesión.
Algo hemos aprendido de la primera fase de la pandemia: de nada servirán los exhortos y las medidas coercitivas de las autoridades a menos que los ciudadanos asuman sus propias responsabilidades individuales y colectivas. El tabasqueño tendría que dar muestras de madurez y aprender la dura lección de lo que significa relajar las medidas sanitarias. Por desgracia, parece ser mucho pedir en una sociedad acostumbrada a la anarquía y el valemadrismo.
Por lo pronto, ahí está este nuevo reto de gestión para las autoridades, entre ellas la de Seguridad Pública, al mando de un Hernán Bermúdez Requena tan criticado a veces por hacer respetar las normas en el uso obligatorio del cubrebocas y en evitar aglomeraciones peligrosas para todos. .