FRANJA SUR

Meterse con el bolsillo de la base trabajadora, sobre todo en época decembrina, es tanto como lanzarle una piedra a un panal de abejas.

El librito de la vieja política marca como una acción errática todo intento de menguar el salario al personal de infantería, a ese sector que siempre está añorando aumentos de sueldos dignos que nunca llegan.

Además, es un pecado mortal en estos tiempos, cuando es sabido que se lo quitarían a ellos para regalárselos al sector favorecido con los programas asistencialistas de este régimen.

Este gobierno se ha caracterizado por su política de recortes de salarios, por mutilar presupuestos, desaparecer instituciones y fideicomisos; todo con el afán de mantener frescos los recursos para su clientela electoral, disfrazadas de programas sociales. Eso es todo.

Adán Augusto, gobernador de Tabasco, no debe copiar esa insana política ejercida en el ámbito nacional, porque está de por medio su nombre, su legado, y, la historia que juzgará a su gobierno, por lo mismo, bien haría ya en comenzar a ponerle su propio sello.

Es muy cierto que en las elecciones de 2018, Morena y sus políticos recibieron un bono democrático excepcional, sin precedente, pero no es para tanto, como sentirse hoy sobrados al grado de humillar a los burócratas, que son los que en realidad trabajan.

Por eso, el gobierno de Tabasco ha tomado una medida correcta al reconsiderar la política de reintegrarles el dinero que descontaron de sus prestaciones al magisterio tabasqueño.

Sus beneficios de fin de año, tal como están, han sido producto de una conquista sindical, y, si el actual gobierno asume la creencia de que estas prestaciones afectan a la administración, pues más perjudica al erario federal esa política de regalar dinero sin reglas de operación.

Allá es donde se debe dar la pelea, en la Secretaría de Hacienda del gobierno federal, que sigue recortando el presupuesto a los estados y a los municipios.

Ni los maestros de Tabasco ni los trabajadores del sector Salud ni los directores, subdirectores y jefes de oficina que trabajan en el gobierno estatal son culpables del castigo al presupuesto del estado a manos de la federación, para que ellos paguen las consecuencias con sus salarios.

Esto va más allá, es culpa del asistencialismo a la trompa talega, sin control, toda una charola de plata que propicia esa corrupción que, está llevando a la ruina a este gobierno federal, de paso, claro, a las administraciones estatales y municipales.

Regalar el dinero de los contribuyentes sin ton ni son no es garantía de buen gobierno, porque son recursos sin retorno, sin plan para que el beneficiario prospere y el dinero produzca.

Baste recordar el proverbio chino: «Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida». Lo otro sólo induce a la mendicidad.

Ahí se las dejo.

Por René Alberto López

39 años de trayectoria en el periodismo, ejercicio que inició en su natal Cárdenas en 1981. Ha publicado en diversos medios de Tabasco, Campeche y Chiapas. Dos premios estatales de Periodismo en Campeche, y en Tabasco recibió el reconocimiento "De Periodista a periodista". Corresponsal del diario nacional La Jornada y de la agencia internacional France Press (AFP).