FRANJA SUR
Todo regreso, por breve que haya sido el ayuno, recarga el ánimo y aviva el apetito para sentarse ante una mesa abundante de maná en un nuevo amanecer.
En esta primera entrega de 2021 luego de aprovechar el período de descanso para nutrirnos de trozos de historia contemporánea de México, así como de Tabasco, entre los libros que devoramos se cuenta el de reciente aparición del político tabasqueño Humberto Mayans Canabal: “Antimemorias. Testimonio de una época”.
Las anécdotas contadas por el autor retratan de cuerpo entero a varios políticos de Tabasco de la vieja guardia, entre ellos a Arturo Núñez, Manuel Gurría y Roberto Madrazo, parte de esa camada de la que ya pasaron sus mejores tiempos, hoy en vías del retiro.
La obra de Mayans Canabal además de documentar con rigurosidad acontecimientos de la vida política nacional y su estado natal con cifras y fechas, recrea al lector con anécdotas que dan ese colorido y sabor capaz de atrapa al lector.
Por ejemplo, cuando un grupo de chamacos espiaban a una vende empanada en su casa de láminas que tenía en el playón de lo que hoy es el malecón de Villahermosa, donde la mujer además de vender sus fritangas alquilaba su cuerpo.
También el caso del zapato que se le atoró en el cemento fresco al entonces secretario de Programación y Presupuesto, Miguel de la Madrid Hurtado, durante la inauguración del edificio de la Cámara de Diputados, San Lázaro, y que con apuros Mayans y un miembro del Estado Mayor Presidencial intentaban limpiar el calzado, sin éxito.
Así como el oso que hizo en España el entonces diputado federal Rafael Aguilar Talamantes, que no conforme con presentarse en chamarras con dos personas que no estaban invitadas a una cena de gala con el rey Juan Carlos, armó un desaguisado en el lugar del evento.
Pero esas son unas de tantas narraciones chuscas, desde mi óptica, porque el libro da cuenta de circunstancias interesantes como de trascendencia que ahí quedó para la historia.
En lo personal la lectura del libro de 477 páginas me hizo confirmar que el ex gobernador de Tabasco Arturo Núñez Jiménez, trae la marca de la traición desde los años en que se iniciaba en política. Es su ADN.
Quienes lo conocieron ya como gobernador del estado, o un poco antes, nos asombramos al hacerse pública la traición de Núñez contra el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador, el político que lo instaló en la candidatura para que llegara a la Quinta Grijalva.
Y es que en las dos campaña por la alcaldía de Centro (2015 y 2016) López Obrador, quien arribó en varias ocasiones al terruño para apoyar a su candidato Octavio Romero Oropeza, afirmó que Núñez era un traidor a su movimiento y en cada parada de los mítines arengaba: “Núñez salió puque”.
Así, durante su trayectoria política el ex director del Instituto Federal Electoral traicionó a sus amigos del Circulo Tabasqueño de Estudios. Traicionó al PRI, que lo formó y le dio todo. Traicionó a Tabasco como gobernador y, traicionó a un puñado de aliados que creyó en sus promesas y que, lo ayudaron en sus momentos difíciles como político en la orfandad, cuando buscaba asirse de la candidatura al gobierno de Tabasco.
En las constantes visitas de López Obrador al municipio de Centro (Villahermosa) en las campañas por la alcaldía, todo Tabasco se enteró de como el político de marras, un hombre público que aparentaba ser correcto, y presumía su preparación académica cada vez que podía, en realidad su perfil es el de un auténtico político ladino que en seis años arruinó a Tabasco y, se colgó la medalla del peor gobernador que ha tenido esta tierra hasta el momento. Esperemos que nadie le quite ese “honroso” lugar.
Pues bien. Resulta que la traición es el sello que pinta en todo su esplendor a Núñez Jiménez, pues el libro de Mayans narra la forma en que Núñez traicionó al grupo de jóvenes políticos que integraron en el Distrito Federal (hoy Ciudad de México), el Círculo Tabasqueño de Estudio, compuesto por José Eduardo Beltrán, Juan José Rodríguez Prats, Arturo Núñez, Humberto Mayans Canabal, Carlos Pineda y Celia García Félix.
Todos ellos habían colaborado en la campaña de Mario Trujillo García, por lo que ya como gobernador electo se habían puesto de acuerdo para hablar con Trujillo y plantearle sus inquietudes y aspiraciones dentro del gobierno.
“Carlos Pineda y yo expresamos nuestra deseo de permanecer en la Ciudad de México, pues no habíamos concluido nuestros estudios en la UNAM. Pineda en Economía y yo en Derecho”.
Y agrega Mayans: “De tal manera que sólo José Eduardo Beltrán, Arturo Núñez y Juan José Rodríguez Prats aspiraban a ocupar cargo en el gobierno local entrante: Beltrán como oficial mayor de gobierno; Arturo, como secretario de promoción económica –era el único economista del grupo—y Juan José como secretario particular del gobernador”.
El grupo buscó a David Gustavo Gutiérrez para obtener una cita con Mario Trujillo y plantearles juntos las propuestas que tenían, a lo que accedió Gutiérrez.
Así, narra Mayans que en tanto les avisaban de la cita con el gobernador electo, el grupo acordó desayunar un domingo en un Vips de la capital del país, y luego ir a trabajar con el asesor del gobernador electo el doctor Reskimann.
Pero el sábado por la noche Núñez les habló para decirles que se iba a Cuernavaca el domingo a visitar a un hermano, y pospusieron la reunión para el lunes. Sin embargo, el resto del grupo decidió desayunar ese domingo.
Escribe Mayans: “Al término del desayuno nos trasladamos a las oficinas para adelantar el trabajo sin contar con la presencia de Núñez. Y cual sería nuestra sorpresa que, al momento de tomar el elevador éste se abre y salen juntos Arturo Núñez y el doctor Reskimann, quien nos saluda efusivamente, a diferencia de Núñez que enmudeció.
“Seguramente el doctor vio nuestra cara de sorpresa, porque de inmediato agregó: Bueno ustedes están de acuerdo con la propuesta que me presentó Arturo, ¿verdad? Y los cuatro, al unísono respondimos que no conocíamos la propuesta, y que Núñez no estaba autorizado para negociar a nombre de todos”.
Añade la anécdota que el doctor se retiró molesto y les indicó que se pusieran de acuerdo.
“No había traspasado el profesor la puerta de vidrio que comunicaba hacia la calle cuando ya le reclamábamos a Arturo Núñez sobre su actitud, pues suponíamos que se encontraba en Cuernavaca, como había dicho. Arturo quiso darnos una explicación, nada convincente, y nos despedimos muy molestos, pues su actitud significaba una traición al grupo”.
Ahí se las dejo…