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Y lo que hoy se vive en Tabasco en que lo increíble sucede, y sin recato, vemos que el gran culpable ahora se hace pasar por víctima… y se le cree, ante ello no nos queda más que esperar que las aguas tomen su cauce natural y que la gente, mi gente, recobre la memoria y recuerde el dispendio, la impunidad, el abuso y el latrocinio se evite a que se vuelva a cometer. Todo para que esto no se repita y que esta vergonzosa historia de lo que alguna vez sucedió en Tabasco, y que jamás volvamos a repetirla.
Mientras esto pasa y la euforia de unos cuantos, muy interesados por cierto, de que sus privilegios pronto regresen, es preferible compartir esta poesía de Víctor Hugo, el mismo que coincide en pensamiento y acción en la gente a la que llegamos a esa edad y que nos permite decir las cosas sin preámbulos, con mayor claridad, y por su nombre.
No hay nada mejor que disfrutar un café rayando el cuaderno, como bien decía mi hermano, el admirado, Tito Villegas Zapata.
Va entonces esta reflexión de uno de los más grandes escritores de la humanidad.
¿Me estoy poniendo viejo? – Te estás volviendo viejo -me dijeron-, has dejado de ser tú, te estás volviendo amargado y solitario.
No, respondí; no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo sabio.
He dejado de ser lo que a otros agrada para convertirme en lo que a mí me agrada ser, he dejado de buscar la aceptación de los demás para aceptarme a mí mismo, he dejado tras de mí los espejos mentirosos que engañan sin piedad. No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo asertivo, selectivo de lugares, personas, costumbres e ideologías. He dejado ir apegos, dolores innecesarios, personas, almas y corazones, no es por amargura es simplemente por salud.
Dejé las noches de fiestas por insomnios de aprendizaje, dejé de vivir historias y comencé a escribirlas, hice a un lado los estereotipos im puestos, dejé de usar maquillaje para ocultar mis heridas, ahora llevo
un libro que embellece mi mente. Cambié las copas de vino por tazas de café, me olvidé de idealizar la vida y comencé a vivirla.
No, no me estoy poniendo viejo. Llevo en el alma, lozanía y en el corazón la inocencia de quien a diario se descubre.
Llevo en las manos, la ternura de un capullo que al abrirse expandirá sus alas a otros sitios inalcanzables, para aquellos que solo buscan la frivolidad de lo material.
Llevo en mi rostro, la sonrisa que se escapa traviesa al observar la simplicidad de la naturaleza, llevo en mis oídos el trinar de las aves alegrando mi andar.
No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo selectivo, apostando mi tiempo a lo intangible, reescribiendo el cuento que alguna} vez me contaron, redescubriendo mundos, rescatando aquellos viejos libros que a medias páginas había olvidado.
Me estoy volviendo más prudente, he dejado los arrebatos que nada enseñan, estoy aprendiendo a hablar de cosas trascendentes, estoy aprendiendo a cultivar conocimientos, estoy sembrando ideales y forjando
mi destino No, no es que me esté volviendo viejo, por dormir temprano los sábados, es que también los domingos hay que despertar temprano, disfrutar el café sin prisa y leer con calma un poemario.
No es por vejez por lo que se camina lento, es para observar la torpeza de los que a prisa andan y tropiezan con el descontento.
No es por vejez por lo que a veces se guarda silencio, es simplemente porque no a toda palabra hay que hacerle eco. No, no me estoy poniendo viejo, estoy comenzando a vivir lo que realmente me interesa.