EL TÍO VIVO
Dicen que cada vez el electorado cree menos en los partidos políticos, que la confianza que éstos despiertan en la población es mínima y que hay algunos que incluso le generan rechazo a la gente y que por ende están en riesgo de perder el registro.
La gente vota con el corazón, dicen algunos; otros señalan que se vota por la persona y no por el partido, sin embargo sabemos que pocos los candidatos que se avientan el tiro de buscar una candidatura por la vía independiente y prefieren ir por el membrete de algún instituto político para alcanzar su meta.
Entonces, lo poco que les queda a los partidos para sobrevivir, es su militancia, el llamado voto duro de aquellos que más por conveniencia que por convicción, se manifiestan abiertamente como afines a algunas siglas o colores. Si esa militancia no se cuida, poco o nada tienen que hacer los partidos, de cara al próximo proceso electoral.
A prácticamente dos meses y medio de la jornada electoral, vemos como hay partidos inmersos en conflictos internos. Un ejemplo es Movimiento Ciudadano que sin alguna representación real en el estado, está en crisis por los intereses de un grupo que arribó de otro partido (PRD) y que ya negoció para su gallo, Gerardo Gaudiano, una diputación federal –sabemos que le gusta más hacer política en el altiplano que en el terruño donde vivió de niño- y que además presiona a quien no es “del equipo”, a hacerse a un lado.
Otros como Morena, no atina a resolver por la vía legal el conflicto de su dirigencia y se ha convertido en una arena de lucha libre, en donde hasta cachetadas se reparten. Los hechos del pasado miércoles, en los que los grupos de Jesusita López Garcés (que representa a la disidencia de Chelalo Beltrán) y el de José Antonio Alejo (que representa al auténtico líder) poco o nada le abonan a la unidad.
Si bien la ventaja innegable en la intención del voto para el partido es un colchón importante, no se puede perder de vista que su bastión está en la gente, en la llamada sociedad civil, ya que su militancia es escaza. Pero los conflictos evidencian desorden y eso aleja a los simpatizantes de cualquier identidad que pudieran tener con ellos.
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Antes de bajarnos del caballito…
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