EL TÍO VIVO

Al interior de Morena las cosas están más que complicadas, por increíble que parezca. Un partido con toda la legitimidad que le dan los arrolladores triunfos obtenidos en el pasado proceso electoral y que es gobierno en prácticamente todo el estado de Tabasco, se encuentra sumido en una lucha interna que pone en riesgo su hegemonía política.
 
Sin embargo lo que pasa al interior del llamado partido de la “honestidad valiente” no es tan difícil de entender, si se observa la manera en cómo y con quiénes se construyó, la manera en la que se consolidó y en lo que ya como gobierno se convirtió.
 
A Morena lo formaron políticos que creyeron y se montaron en el proyecto que les ofreció Andrés Manuel López Obrador y quienes integraron a los liderazgos sociales, a los que desde las colonias y las villas organizaban a quienes creían que habría un rayito de esperanza que les ayudara a salir de la miseria.
 
El tsunami en el que se convirtió electoralmente en el 2018 el partido de AMLO, atrajo las ambiciones de muchos actores políticos que rápidamente se montaron en la ola y, ante la escasez de cuadros capacitados en el quehacer público, tuvieron fácil entrada a una organización que se aprestaba a gobernar.
 
Pero, esos cuadros provenientes del viejo régimen, traían consigo mañas, complicidades y sobre todo, ambiciones. Llegado el tiempo de las candidaturas, se aprestaron a ocupar los espacios haciendo a un lado a los luchadores que formaron a golpes (literalmente en muchos casos) a Morena, mientras que estos últimos, ante el éxito electoral del partido, pensaron que ahora sí, podrían ocupar cargos de elección popular sin mayores problemas, ante el abaratamiento de los requisitos para ganar con esas siglas.
 
Pero como en política nadie es huérfano, lo que hoy se vive al interior del partido en el gobierno es un conflicto que se origina por el interés de unos, para arrebatarles el poder a otros. En medio, quedan los de siempre tratando de que su voz ahora si se escuche y les tiren algún huesito, de esos, de los que ahora sí tienen carne.
 
Jesusita López Garcés, es impulsada por unos y Pedro Hernández Jiménez por otros. El segundo tiene la venia oficial, pero les ha faltado humildad para negociar y ceder, en aras de una unidad, aunque sea fingida. La costumbre que tienen de origen de avasallar no la han perdido y así, como dicen los clásicos, “no se pinches puede”…
 
Antes de bajarnos del caballito…
 
Los conflictos en Morena van más allá, hasta el grado de afectar a cuadros valiosos como Erik Garrido de Jonuta, dañado colateralmente por los adversarios de Sánchez Cabrales…