CARTA ABIERTA
Según el diccionario de la Real Academia Española los «molinos de viento» son «enemigos fantásticos o imaginarios» y según Wikipedia «luchar contra molinos de viento» es una expresión que significa «pelear contra enemigos imaginarios». La frase ha trascendido también a otros ámbitos socioculturales para significar un objetivo que es o se cree imposible.
En el capítulo ocho, Don Quijote confundirá con gigantes unos molinos de viento, acometerá contra ellos y sufrirá las consecuencias de su error, que, sin embargo, se negará siempre a reconocer. En el célebre libro todo lo que existe no existe, lo que es realidad para alguien, es ficción, lo que son letras, se confunden con armas, la ciencia con la fe, etcétera.
Y bien, esto mismo es lo que parecen estar haciendo quienes buscan crear enemigos imaginarios en la elección por la alcaldía de Centro. Ante la falta de pruebas y argumentos sólidos, buscan fabricar adversarios para atraer una atención que no se ha podido ganar en la realidad, ya sea porque el aspirante no da para más, porque no concita alguna emoción en la opinión pública o simplemente porque el adversario tiene una ventaja real en la aceptación de los votantes que nunca se metería a una confrontación directa.
Ante la espera de que Morena anuncie a su candidato a la presidencia municipal de Centro, algunos han empezado a pelear con molinos de viento, adjudicando a Andrés Granier la autoría de un plan de ataques contra las dos principales cartas morenistas: Jesús Alí y Yolanda Osuna. Ofertan la hipótesis de que el Químico los está atacando, cuando lo cierto es que no hay ni una sola línea o palabra donde el exgobernador toque, ni con el pétalo de una rosa, a alguno de ellos.
Fuentes cercanas al exgobernador han reiterado su idea estratégica de organizar una campaña civilizada, alejada de enconos, de golpes bajos; fuera de toda idea de emplear una especie de ‘campaña negra’, de esas que abundan en cada proceso electoral.
Parece que les asiste la razón en sus planteamientos ya que tanto Yolanda Osuna como Jesús Alí son dos personas muy cercanas a Granier. En su Gobierno, Osuna fue subsecretaria de Programación durante tres años y en la segunda parte del sexenio se desempeñó como directora de Turismo. Pasa algo similar con Alí, ya que con Granier fue presidente de la Fundación Colosio, diputado local, alcalde de Centro y candidato al Gobierno estatal. Ni más, ni menos.
Es decir, Andrés Granier respaldó a quienes hoy se siguen mencionando como posibles candidatos de Morena a la presidencia municipal. Si llegaron a ocupar esos cargos es porque confió en sus respectivas capacidades. Y tan confío en ellos que le acompañaron durante los seis años de su gestión gubernamental.
Suponer que Granier está interesado en afectar a ambos es como pelear con molinos de viento, es decir ver enemigos imaginarios. El exmandatario viene precisamente de una campaña de persecución orquestada por el Gobierno de Arturo Núñez, y esa cacería no se quedó sólo en lo mediático ya que le costó seis años de prisión. En todo momento, se ha dicho víctima de una vendetta, de una cacería de brujas por medio de la fabricación de pruebas donde estuvo involucrado Enrique Peña Nieto. Pensar que él o gente de su equipo va a caer en el mismo estercolero que combatió es un todo despropósito que no se cree ni el más tonto entre los tontos.
La única respuesta a esa fabricación de villanos responde a la posibilidad de que los aspirantes de Morena estén muy por debajo de Granier en la intención del voto, de que las cuentas no les salgan a la hora de medirse con el candidato del PRI.
Por lo demás, se dice que en el equipo de Granier no hay la más mínima intención de cambiar la estrategia de no agresión seguida hasta ahora. Más, cuando Jesús Alí y Yolanda Osuna son dos gentes que sirvieron en el Gobierno del Químico. Decir que son ‘granieristas’ sería quizá algo exagerado; pero de que hay cercanía y afecto mutuo, sí que los hay.