FRANJA SUR

“Los mexicanos no podemos volver a permitir la existencia de un presidente-emperador. Si el presidencialismo es la piedra fundamental del sistema mexicano, no deberá confundirse con absolutismo, deberá ser un presidencialismo democrático como el previsto por nuestra Constitución. Si los mexicanos no queremos vernos sexenalmente arruinados, como nos ha sucedido en los dos últimos regímenes, todos debemos luchar por una auténtica democracia que será nuestra única salvación”.

El párrafo arriba consignado corresponde al libro Ave César de la periodista Manú Dornbierer, que me topé el fin de semana en mi pequeña biblioteca, y se impuso una relectura.

Durante seis años, la comunicadora “siguió paso a paso la historia del sexenio, la analizó a través de artículos y testimonios, frescos en su momento. Este libro se escribió semana a semana en el lapso de 1976-1982”.

Según avanzaba, su relectura despertó mi interés, tanto que decidí publicar en mi columna algunos párrafos seleccionados.

En una de sus partes, menciona: “Un solo hombre no podrá ya en el futuro detentar tan monstruoso poder y actuar, gobernar dando libre cursos a sus impulsos. La vida y el destino de un país, la de millones de mexicanos, no puede estar supeditada a libre albedrío de un solo hombre”.

A lo largo del texto Manú va desgranando datos duros de un sexenio que fue duramente criticado por la prensa de entonces ante los garrafales errores de un presidente omnipotente que no escuchaba a nadie y no entendía de razones y se dedicó a denostar en contra de los periodistas críticos. Decía que era el presidente más atacado por la prensa en la historia de México.

Señala la periodista por otra parte: “López Portillo fue un César, pero un César soberbio y absolutista, no uno de esos Césares Romano que tenían en el Senado un contrapeso vigilante a su poder, pues el Congreso en México es, como se sabe, una simple comparsa del Ejecutivo, y el presidente mismo, a diferencia de otros anteriores, no tuvo la suprema sabiduría de autofrenarse. El sistema por su parte, el PRI, deteriorado, envejecido, lo dejó hacer, lo dejó dar rienda suelta a sus impulsos.

“Si los ciudadanos de este país no queremos verlo en el futuro periódica, sexenalmente arruinado, como ha sucedido al término de los dos últimos mandatos presidenciales, debemos entender que la época de los presidentes-emperadores ha terminado. Sólo un auténtico, un genuino intento de democracia podrá salvarnos”.

El libro Ave César es de aquellos textos que te atrapan y no quieres soltar, es como aquellas películas que, estando en una sala de cine, no quieres ir ni al baño para no perderte ni una sola parte de la cinta. Así disfruté esta relectura, sobre toda a sabiendas de aquella frase: “Quien no conoce su historia está condenado a repetir sus errores”.

Y aquí dos párrafos imperdibles: “Los dos últimos presidentes cambiaron, transformaron el sistema político surgido de la Revolución, pero no para bien, no en un sentido democratizante sino al contrario, lo encaminaron hacia el absolutismo. Ejerciendo un inmenso poder, los mandatarios mexicanos anteriores a Luis Echeverría y a José López Portillo gobernaron respetando los cánones del sistema, pero en lo que llamo “La Docena Trágica” los dos últimos presidentes desplegaron, como dijo Don Daniel Cosío Villegas, un estilo personal de gobernar que llevó al país a la crisis de 1976 y a la actual.

“Si Luis Echeverría tuvo un estilo personal de gobernar, José López Portillo llevó el “personalismo” a grados más avanzados. En él el hombre, el individuo pesó más que el presidente. Se le ha acusado y con razón de ser visceral, de actuar más impulsado por sus sentimientos particulares que por las exigencias, las necesidades, las razones de Estados”.

Manú Dornbierer al iniciar su obra, que por cierto se la dedica al periodista tabasqueño José Pagés Llergo quien fue fundador y director de la Revista Siempre, dice:

“El periodista es un testigo, un cronista, un historiador de la época que vive. Día tras día observa, anota, reseña y en ocasiones analiza los acontecimientos para convertirse en un filtro que permitirá a sus lectores aprehender y comprender la vida pública”. (Hasta aquí los párrafos seleccionado del libro que se consume con avidez hasta agotar sus últimas líneas).

Y bien. Hoy como ayer, hubo mexicanos a quienes el fanatismo los obnubiló y no les permitió ver la realidad en su momento. Afortunadamente por los siglos de los siglos en México siempre ha existido la prensa crítica pues no todos los periodistas son iguales.

Hay miles de testimonios en artículos, libros, ensayos, películas, etcétera, de la prensa combativa, cuestionando a los presidentes de México, y han dejado para las nuevas generaciones los acontecimientos que tratan de ocultarle al pueblo los gobernantes.

Aquellos que repiten como loro de casa, lo que dice el régimen, de que la prensa antes callaba y no criticaba a los gobiernos, sólo exhiben una ridícula ignorancia al desconocer la historia de su país.

Ahí se las dejo.

Por René Alberto López

39 años de trayectoria en el periodismo, ejercicio que inició en su natal Cárdenas en 1981. Ha publicado en diversos medios de Tabasco, Campeche y Chiapas. Dos premios estatales de Periodismo en Campeche, y en Tabasco recibió el reconocimiento "De Periodista a periodista". Corresponsal del diario nacional La Jornada y de la agencia internacional France Press (AFP).