Poder Político

A escasas dos semanas, en el discurrir del inexorable tiempo al 6 de junio cuando literal 93 millones 935 mil 039 mexicanos, mujeres y hombres, elegirán en paralelo a congresistas federales y a sus gobernantes locales, ejecutivos y/o legislativos, en las correspondiente 32 entidades se tiene y debe ejercer una legítima prerrogativa ciudadana para elegir con el sustento de una reflexión informada del por qué el sentido de su voto.
El voto no es una moneda de cambio ni una moda que merezca desdeñarse, porque su sólo ejercicio en voluntad popular representa la diferencia entre quién sí y quién no reúne el perfil, pero con la concienzuda razón y no por una mera corazonada ni conveniencia particular. Evitar caer en una insensatez porque una vez plasmado no hay manera alguna de cambiar.
Por supuesto que no se puede ser egoísta elegir sin sentido alguno cuando se esté en la mampara la opción de cruzar la boleta, por una u otra de entre las candidaturas al cargo que corresponda; se debe analizar quién en congruencia de sus propuestas hace sentidos con los intereses colectivos sociales. Porque el engaño de la demagogia ya no aplica.
Se trata de elevar el nivel de la calidad en la democracia y la calidad de vida en pro de un bien común en el caso propio de la entidad y el sureste mexicano donde se resida; una oportunidad de avanzar o retroceder para 1 millón 754 mil 692 tabasqueños, 1 millón 666 mil 073 yucatecos, 3 millones 786 mil 656 chiapanecos, 669 mil 410 campechanos, 1 millón 322 mil 913 quintanarroenses, inscritos en listado nominal de electores del INE, quienes poseen su correspondiente credencial de elector vigente.
Nada, absolutamente nada, debe atar ni desatar porque así como cada ciudadano debe ser libre de decidir igual cada voto es individual y cuenta por igual. No más pero tampoco menos inmersos en la elección más compleja por estar todos los estados en la concurrencia al elegir a nuevos gobernantes, definen la hoja de ruta para los siguientes tres años.
No tiene lógica aplaudir cuando para ello se les mandata con la emisión del voto popular, un engaño que sea gratuita una u otra acción de gobierno, porque cuanto recibe se financia con los impuestos de todos. La manipulación es enemiga del bien común. Una es la campaña y otra son los hechos que le califican o bien descalifican a quienes aparecen en la boleta… Los gobernantes se deben al votante, a la voluntad popular que lo elige.
En un país en el que cuando menos durante los recientes 50 años han sido los mismos rostros y nombres, aun con cambio de ideologías partidistas en el pragmatismo se les tiene con recurrencia en campañas y cargos populares. Aunque también hay las excepciones de reciente cuño incluso emergidos de entre la misma sociedad a considerar igual por sus antecedentes.
Caso el jalisciense Pedro Kumamoto quien como independiente marcó diferencia por sus resultados como diputado, logrando incluso a contracorriente de los partidos que el financiamiento a estos se otorgase por cada voto logrado y no por el padrón de electores. La Suprema Corte de Justicia de la Nación le dio el visto bueno. Aunque no fue su única aportación sí de impacto nacional. .. y ahora va pen la puja para alcalde.
Cuando se trata de elegir constitucionalmente en voluntad popular por autoridades de gobierno hay que tener obligatoriamente en la sobremesa del análisis ponderar al partido y al candidato, pero aún más trascendente reflexionar qué tan sólidos en contenido y si hay congruencia de sus compromisos con la realidad del entorno social, entre las demasiadas demandas y necesidades acumuladas acrecentadas desde tiempos pasados; en que a la actualidad tengan una respuesta de solución estructural, desde la raíz y no en lo superficial del asistencialismo.
En la libertad del criterio deben estar ponderar la a economía de la que deriva toda la cadena de valor, empleos y salarios, así como la seguridad, son los temas principales que avasallan a todos en la generalidad del país; la inseguridad con muchos agravios en el que cada vez hay más asaltos y muertes, aún más sobre las mujeres en alto riesgo de feminicidios; pobreza comenzando por la alimentaria en zonas de gran marginación; salud, educación, entre otras tantas carencias por igual envueltas por el tufo de la corrupción que asfixian.
La apatía del abstencionismo por el prejuicio de dar por hecho quién ganará es el mayor de los errores, cuando ese voto tantas veces ahogado en el desdén ahora puede marcar el destino entre la voluntad popular que deposita su elección en la casilla. Lo deseable sería que la totalidad de los electores participaran.
No hay motivo para pensar que técnicamente habrá un fraude electoral. En tres décadas y contando de la institucionalización en la organización de las elecciones encomendadas a un organismo autónomo y con tantas las medidas de seguridad, desde la propia credencial para votar hasta las propias boletas, así como en el proceso de actividades preparatorias tienen encima los ojos de partidos, además observadores.
Hay que evitar caer en el juego perverso entre partidos, sus candidatos, tratando de crear atmósfera diversas que en nada construyen y sí destruyen. La inseguridad es de ellos por estar en la incertidumbre de que el resultado, de eso se trata porque al final quienes deciden son los electores. Claro, con libertad de criterio, muy su voto y su voto y decisión sobre el sentido del mismo… El árbitro es sólo eso.

Bitácora

La pandemia por el coronavirus no debe ser obstáculo para que prevalezca la democracia, las medidas son las mismas, cuestión de aplicarlas.
eduhdez@yahoo.com

Por Eduardo Hernández

    Periodista y Analista Político, graduado por las Universidades Olmeca, Iberoamericana, Complutense de Madrid y Tecnológico de Monterrey, además del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. 27 años de experiencia profesional en el ejercicio del Periodismo Análisis, Consultoría, y Comunicación Institucional vinculado a los temas electorales, en Tabasco y Ciudad de México. Autor de la columna «Poder Político» que se publica cada semana  en Diario Presente y en Diario de Yucatán. Autor también del libro «Luchas por el Poder en Tabasco: 1825-2012» que documenta 187 años de historia y legislación electoral, editado por la Universidad Olmeca.