CARTA ABIERTA
Incidentes en Jalpa de Méndez, Teapa, Jalapa, Cárdenas, Jonuta, Nacajuca y Centro empañaron la jornada electoral del domingo 6 de junio. La gran pregunta es si estos percances alcanzan para hablar de un fraude electoral, tanto como haber modificado el resultado de una elección donde López Obrador no apareció en las boletas .
La duda es importante porque de ella depende si las elecciones se van a o no a tribunales, es decir si el proceso tomará o no el rumbo de la judicialización ante los máximos órganos electorales del país. Los presuntos delitos electorales podrían ser causa de nulidad de la elección en los municipios y los distritos donde hayan ocurrido.
De acuerdo a lo conocido hasta ya entrada la noche del domingo, los percances son similares a los registrados en elecciones pasadas, cuando Morena no estaba en el poder. Si bien no hubo algún hecho de violencia, como sí hubo en otros estados, las denuncias se refirieron a presuntas compras de votos, apertura tardía de casillas, no instalación de otras, agresiones menores a grupos de votantes, el acuartelamiento sin justificación de elementos de la Fiscalía General de la República para impedirles votar, y algunas faltas administrativas. Es decir, todo indica que el saldo de la jornada electoral ha sido blanco si bien no está exento de denuncias de diversa índole.
Ahora vendrá otra fase importante, la aceptación de los resultados electorales por parte de los partidos y de los candidatos. Ya se verá la actitud de quienes ganaron y perdieron en las urnas. La responsabilidad será un elemento importante para saber de qué está hecha la democracia en Tabasco.
Uno de los saldos favorables del domingo es que más del 95 por ciento de las casillas fueron instaladas, lo que es una cifra aceptable. Se habla de una participación cercana al 50 por ciento que, de entrada, estaría superando a los números de las elecciones intermedias de otros años. Como referencia, en las elecciones extraordinarias para la alcaldía de Centro, en 2016, sólo votó el 35 por ciento de los electores, una de las cantidades más raquíticas de que se tenga memoria en Tabasco. Es decir, ni el COVID ni las amenazas de posibles actos de violencia afectaron el ánimo mayoritario de ir a las urnas.
Hay otro factor de relevancia: el manejo de los paquetes electorales. De nada servirá haber tenido una jornada pacífica, con gran participación del electorado, si comienzan a verse fallas en el conteo de votos, su traslado al Instituto Electoral y la publicación de los resultados. Hacer bien el trabajo en este apartado será el complemento para hablar de un proceso limpio y transparente.
No hay que olvidar que aunque el número de votos entre el ganador y el perdedor sea incuestionable, el registro de delitos electorales puede echar abajo un triunfo, tal como sucedió en la elección por la gubernatura en el año 2000. Por eso la importancia de la recopilación de pruebas en los casos de impugnación.
Otra lectura de los comicios, no menos importante, es saber qué tanto se movió el voto a favor de Morena sin que López Obrador haya estado en las boletas.
Dicen los analistas que las votaciones intermedias califican al gobernador en turno. Si esto es así, Adán tendrá que tomar lectura del resultado. Por lo pronto, ahí está la expectativa de saber en qué medida el electorado tabasqueño sigue con el presidente o si, por el contrario, ha cambiado la intención de su voto respecto al abrumador apoyo dado en 2018.
El resultado en Tabasco, pues, será de vital importancia para la imagen política del presidente; para saber si sigue como profeta en su tierra.