GUAYABERA POLÍTICA

La verdad, no serían muchos los tabasqueños, si se contaran, los bien enterados de lo que representa y hace un delegado municipal como autoridad incorporada a la estructura administrativa de un ayuntamiento; tampoco sobrepasarían, pienso, alguna cantidad prudentemente estimada, los que pudieran hablar, siquiera grosso modo, acerca de las funciones que deben de desempeñan estos servidores públicos.

En estos días, luego de que el Congreso del Estado aprobara la propuesta del Ejecutivo para reformar la Ley Orgánica de los Municipios, para que los delegados no sean más electos por los ciudadanos de cada demarcación mediante el voto directo, libre y secreto, sino por el Cabildo con el Presidente al frente, el tema es pan cotidiano y en cualquier lugar al que se asista, se escuchan las más variadas, a veces infundadas expresiones.

No faltan las de algunos políticos “demócratas” que elevan su grito al cielo acusando al gobernador, Adán Augusto López Hernández, de enemigo de la democracia, de dictador que priva al pueblo de manifestarse en un ejercicio primario (“fundamental”, dicen), de participación ciudadana.

No omito mencionar la actitud de un buen número de críticos u opositores temporales del sistema, entre ellos algunos colegas que se asumen “libertarios” y aprovechan cada instante de su ocio para reprobar lo mismo al Congreso que al Ejecutivo, esgrimiendo lo que para ellos son argumentos válidos, aunque en muchos casos bastante alejados de la realidad, que es lo que verdaderamente importa.

No obstante, la mayor parte de los paisanos con los que he tenido la oportunidad de intercambiar impresiones e ideas, en un ejercicio pleno de libertades, coincide en el señalamiento de que la medida, la nueva forma de elegir delegados municipales, representará un retraso y a la vez un obstáculo para el desarrollo y perfeccionamiento de la vida democracia en la entidad.

Más, al tocar el tema de la democracia y su utilidad en una sociedad como la nuestra, dentro de la cual pocas decisiones se toman de manera colectiva, siquiera en el seno familiar, surgió una discusión que pareció no tener fin y terminó sin un acuerdo, las definiciones de tal forma de gobierno y sus instancias, resultaron en algún caso “novedosas”, aproximadas casi a lo inédito, se habló de las democracias del mundo, se trajo a colación a Platón (“la democracia es el peor sistema de gobierno”), a Porfirio Díaz (“México no está preparado aun para la democracia”), y a otros personajes dela historia.

Pero volvamos al tema:

Los delegados municipales, hasta ahora electos por el pueblo y dentro de este por ciudadanos militantes en distintas filas partidistas (PAN, PRI, PRD, MORENA, etcétera), aparte de que cumplan o no fielmente sus obligaciones (los hay extremadamente cumplidos), han contribuido más a la división y encono entre familias de comunidades rurales y de ciertos sectores urbanos que a la unidad, esto por la ausencia de universalidad de sus decisiones, por la “lealtad” a sus colores, geometrías y jefes políticos o por intereses egoístas en los que se cuentan viejas rencillas y diferencias familiares y de grupos.

No se hable aquí de los abusos y atropellos y favoritismos con que actúan muchos a espaldas, por supuesto, del Cabildo y del alcalde, al extorsionar al çomercio informal, otorgar mediante çobros indebidos autorizaciones para el establecimiento de determinados negocios, legitimar en primera instancia la posesión de terrenos , expedir cartas de residencia, tramitar ante instancias superiores la instalación en sus áreas de alumbrado, alcantarillado, etc., etc., casi siempre en complicidad con un Coordinador general que desde luego recibe buena parte de las exacciones.

Hay muy buenas excepciones, ya se dijo, no todos son çorruptos, no todos tratan de llegar al cargo para hacer negocios y çometer abusos en deterioro de la función pública.

Ahora, los delegados, con la reforma a la Ley Orgánica de los Municipios, tendrán que rendirles cuenta de cuanto hagan, a los cabildos; tendrán que dedicarse de tiempo completo a servir a todos por igual y a sentirse verdaderamente útiles e importantes al estar al servicio de su comunidad.

Tendrán, en resumidas cuentas, que obligarse a fondo a realizar todas las acciones necesarias para el desarrollo del municipio mediante el apoyo a las actividades que realice el ayuntamiento en el ámbito territorial respectivo, así como a través de la motivación a la población, como dicta la ley, para que participe en dichas actividades, destacando las relacionadas con la salud, la educación, la seguridad y la tranquilidad de los vecinos del lugar…

Y que ahora vayan a ser electos por el Cabildo, verdad, no deja de ser una forma democrática de investirlos de responsabilidad.

Por Guillermo Hubner

GUILLERMO HÜBNER DÍAZ. Nació en la Finca Morelos, Ranchería Torno Largo, Paraíso, Tabasco (Marzo 17 de 1942). Es reportero desde hace 56 años, inició su carrera en el Distrito Federal en el Semanario PIONERO del también tabasqueño Francisco Peralta Burelo. Fue reportero de la revista INICIATIVA de circulación nacional, bajo la dirección de Mario Huacuja Betancourt y de El UNIVERSAL, el Gran Diario de México. Fue redactor de noticias de la división de Radio y Televisión de NOVEDADES DE MEXICO. Ha sido dirigente gremial, fue presidente de Unión de Periodistas de Tabasco, fundador y presidente de la Unión de Periodistas Democráticos de Tabasco y presidente del Bloque Sursureste de la Unión de Periodistas Democráticos. Actualmente es tesorero del Club de Periodistas de Tabasco. En Tabasco ha sido reportero de los principales diarios y editorialista de varios espacios radiofónicos. Fue Jefe de Redacción del diario Presente en funciones de Subdirector lo mismo que en el matutino Rumbo Nuevo. Es autor de la columna política GUAYABERA POLÍTICA, el espacio de opinión periodística con mayor vigencia en el país, fundada en febrero de 1972. Ha recibido entre premios por su trabajo y reconocimientos por su larga trayectoria profesional, 17 preseas, 11 estatales y 6 nacionales. Sus colegas lo honran considerándolo el Decano de la prensa tabasqueña.