Poder Político

Inconcebible, una realidad mexicana que a nadie debe sorprender pero preocupa, en la que esa clase política cogobernante de elite en el top de arrogancia además de ambiciosa hace a un lado lo esencial, que es ejercer el mando para el bien común de una sociedad, medible en el abatimiento de las asimetrías del desarrollo social, orientando su agenda con preponderancia hacia la sucesión del 2024 cuando se renovará el cargo de la Presidencia de la República, desgranado a otros tantos de elección popular.


La pandemia del coronavirus, ya en su tercera ola y con diversas variantes, es sólo la cereza pero no el pastel de la infinidad de problemas en todos los órdenes que son herencia del pasado, aunque en vez de generar políticas públicas estructurales se decantan por perpetuar el prolongado asistencialismo a núcleos sociales cohabitantes de una hiriente miseria, cada vez más extendida.


El extremo del cinismo que ni siquiera les inquieta ni les interesa a esa clase cogobernante de elite insensible a los 3.8 millones de mexicanos que durante la actual administración federal pasaron a ser pobres; 55.7 millones en condición de pobreza al cierre de 2020, datos oficiales de los cuales anunció con detalle el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, Coneval.


Una instancia gubernamental mexicana, el Coneval, con autonomía y capacidad técnica para generar información objetiva sobre la situación de la política social y la medición de la pobreza en México, que permita mejorar la toma de decisiones en la materia.


Pero aún memos en medio de una ciega ambición no forma parte de sus prioridades, siendo que como gobierno, Ejecutivo y legislativo, están obligado a dar atención a estas poblaciones, aportando políticas públicas de fondo y recursos financieros para su ejecución desde la raíz, porque con ese propósito los eligió en voluntad popular.


Para nada pueden ocultarse una cifra oficial de una instancia oficial en la que el 44.20 por ciento de los 126 millones 014 024 residentes en esta país están en la pobreza, comenzando por la alimentaria, que por resultado se obtuvo en el Censo de Población y Vivienda levantado durante marzo de este mismo 2020, por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística.


Aún más punzante que gran parte de ese segmento está arraigado en las zonas urbanas de las ciudades capitales y/o cabeceras municipales, además entre jóvenes de quienes se entiende hay una política pública ex profeso denominada “Jóvenes construyendo el futuro”, que poco o ningún cumplimiento ha tenido de éxito cuando que aquellos núcleos debieran enseñarle un oficio hacen como que los adiestran y los otros sólo les interesa el ingreso equivalente a un salario mínimo, con el correspondiente moche.


Por supuesto que no es una suerte de un chiste caricaturesco cuando se aprecian cómo crecen los cinturones de marginación social en el perímetro de la urbanización de los estados, incluido los catalogados como pujantes.


Una deplorable realidad mirar cómo el trayecto a los costado de las carreteras que hay por Huixquilucan o Naucalpan asentamientos poblacionales en las barrancas, o bien en Ixtapaluca que en las faldas del cerro tiene sus colonias habitando incluso con drenajes a cielo abierto; las tres municipalidades conurbadas a la Ciudad de México, en el que por mencionar sólo la colonia Obrera, en el núcleo del Centro Histórico, hay conjuntos habitacionales con marcado hacinamiento, de varias familias en reducido espacio.


Un panorama desolador que con base en el Censo de Población y Vivienda 2020 levantado por un organismo, también autónomo como el Inegi, observar como en una entidad tiene consignada una población de 16 millones 992 mil 418 mexiquenses y la capitalina 9 millones 209 mil 944, que sumados ambos territorios reciben el 20.79 por ciento de toda la bolsa de participaciones federales, pesos y centavos dispuestos por criterio poblacional para las 32 entidades federadas del país.


Bajo este paraguas de la geopolítica nacional en el sur y sureste mexicano bastaría apreciar la evidente condición de marginación en la que se hallan Chiapas, Guerrero, además de Oaxaca, en su caso ya en el istmo.


Una grosera asimetría de pobreza en grado superlativo que sólo entre estos se tiene en condiciones extremadamente inhóspitas, carentes de lo elemental, y una infraestructura física y de servicios desvencijados, en la ruina, sin olvidar las dificultades para acceder a esos asentamientos humanos. Lo que ingresan de pesos y centavos para nada les alcanza en el sostén para una decorosa vida ni propia ni familiar.


Desde luego que Acapulco y Cancún o Los Cabos y Huatulco, por poner el ojo en esos paradisiacos imanes de turismo de sol y mar, en diferentes puntos geográficos, son generadores de dólares que le beneficia a los impuestos a la Secretaría de Hacienda, pero en los alrededores también tienen sus cinturones de miseria.


La otra cara de la moneda de un país que puesto en la balanza pesa mucho más lo oscuro cada vez más oscuro que lo blanco, pero qué tal cuando desde ahora dado el banderazo se adelantan los tiempos para placearse los políticos codiciosos por esos sitios olvidados, prometiendo lo que en el engaño saben que no cumplirán, ávidos porque con esos espejitos demagogos le caigan los votos para su ambición próxima.


No sólo es la Presidencia de la República abierta de capa con toda la intención en el fondo de la forma, sino que en el 2024 se suman nueve gubernaturas y otra vez todo el pañis con comicios locales.

Bitácora

En política, aún menos, nada es casualidad ni cuestión de suerte.


eduhdesz@yahoo.com

Por Eduardo Hernández

    Periodista y Analista Político, graduado por las Universidades Olmeca, Iberoamericana, Complutense de Madrid y Tecnológico de Monterrey, además del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. 27 años de experiencia profesional en el ejercicio del Periodismo Análisis, Consultoría, y Comunicación Institucional vinculado a los temas electorales, en Tabasco y Ciudad de México. Autor de la columna «Poder Político» que se publica cada semana  en Diario Presente y en Diario de Yucatán. Autor también del libro «Luchas por el Poder en Tabasco: 1825-2012» que documenta 187 años de historia y legislación electoral, editado por la Universidad Olmeca.