¡Buen martes!
Vector X
Toca a Carlos Manuel Merino tripular la nave más complicada de todas cuanto ha manejado en su carrera política.
Su travesía no estará exenta de turbulencias, pero trae lo suyo y en la torre de control opera un asesor curtido en todoterreno.
Llegar a donde está es una combinación de circunstancias, un poco de todo, reflexionó hace unos días el mismo Capitán.
Quienes le conocen hablan de su carácter abierto. En su juventud gustaba disfrutar de su camioneta Ford pick up azul celeste equipada (buen estéreo y llantas anchas, por supuesto) convivir con sus amigos, ir al rancho “El Chilar” propiedad de la familia.
Hoy, el destino ha sentado al Capitán Merino frente a los controles del mayor reto de su vida.
En los primeros días, ya ajustó la tripulación por los puestos vacantes, tendió la mano a los adversarios (malheridos el seis de junio) y serenó a los pasajeros.
Que se dispone a levantar, nos dice, un vuelo de estabilidad y continuidad. Usted ya sabe el protocolo “Señores pasajeros, les habla su capitán…”.
Trae de copiloto al abogado Guillermo del Rivero, secretario de Gobierno, considerado una incógnita como responsable de esa importante oficina donde han despachado políticos de la talla de Enrique Priego, Humberto Mayans, Gustavo Rosario, Raúl Ojeda y hasta Jaime Lastra.
La lealtad del Capitán ha sido premiada, pues sin ser notario, ya tiene en sus manos el timón de la nave. En su hoja de ruta, deberá mostrar oficio, hacer política, tender puentes de entendimiento, dialogar, escuchar, conciliar y escribir la bitácora de su propio vuelo, el más alto de su carrera.
Que tripule con la fuerza de la política, como dijo sabihondo, aquella que impone atraer fuerzas ajenas y no internar subordinarlas, que suma intereses buscando denominadores comunes, que adopta lo que une y aleja lo que separa y divide.
Acostumbrado a las alturas, el Capi no suele marearse. Abróchense los cinturones…
La Morralla
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