Franja Sur
El presidente López Obrador ha sido objeto de críticas en las redes sociales, cuyos reproches ahora vienen de sus propios partidarios por el tema de haber invitado a sumarse a su gobierno a gobernadores del PRI y del PAN.
Y es que el tema, si se observa con ojos radicales, por supuesto que la respuesta es de enojos y pataleos, pero si se ve serenamente con visión estratégica, la postura es saludable para la buena marcha de un país con una democracia imperfecta.
La buena política no es aquella que se arregla a sombrerazos, con insultos, revanchismos y rencores. Pero esta vez si se la compramos al presidente, al paisano, porque lo que hace falta en México para avanzar realmente es la buena política, la de las negociaciones, la de los acuerdos y de la convivencia sana entre todas las fuerzas políticas poniendo por delante al país.
Como se sabe, el fin de semana, en gira por la entidad norteña, el mandatario federal invitó al gobernador de Sinaloa Quirino Ordaz Coppel para que se desempeñe como embajador de México en España. El mandatario de extracción priísta concluirá su período de gobierno el próximo 31 de octubre.
Luego dio a conocer que invitará también al gobernador panista de Nayarit Antonio Echevarría García Para que se sume a su gobierno, por lo que estas decisiones calaron hondo en partidarios radicales de la 4T, que lanzaron reproches al presidente López Obrador.
En respuesta a sus detractores, el Ejecutivo federal dijo: “Es para todos y no es un asunto partidista, es invitar a quienes tienen vocación de servicio y quieren ayudar en el proceso de transformación. Van a seguir participando muchos: mujeres y hombres dispuestos a ayudar a contribuir en la transformación de México”.
Como cubetazo de agua fría le habrá caído el mensaje presidencial a los llamados «chairos».
Pero para qué tantos saltos estando el suelo tan parejo, si la amplia mayoría de políticos de este país se formaron y salieron del PRI, empezando por el presidente y por el nuevo flamante secretario de Gobernación Adán Augusto.
El tricolor fue la facultad, llamémosle así, en la que se graduó un amplio sector de los hombres públicos de viejo cuño que ahora se pasan de un color a otro sin importar principios e ideologías, por lo que no cunda el pánico, si hoy el régimen voltea a sus orígenes.
Además, con esta acción el presidente comienza a cumplir con una promesa de campaña que tal vez había olvidado. La de reconciliar a México. A nivel país dijo que trabajaría para unir a la nación, misma promesa que soltó en campaña aquí en Tabasco, Adán Augusto, y se marchó sin cumplirla.
Bueno sería entonces que el mandatario federal siguiera dándole vuelta al timón para enderezar el rumbo hacia el camino de la buena política, y desechar la política que hace daño al país: La del odio y la confrontación que solo divide.