CARTA ABIERTA
A pesar de que la alcaldesa electa de Centro ha sido discreta hasta el último momento para dar a conocer su gabinete, lo que hará hasta el próximo lunes, algunos miembros de su equipo actúan con deslealtad, poniendo en peligro la estabilidad del nuevo gobierno y traicionando la confianza que Yolanda Osuna les ha prodigado siempre.
Ese es el caso de un personaje que en las últimas semanas se ha venido presentando como el nuevo director de Comunicación Social y Relaciones Públicas. Lo ha hecho con varios miembros de los medios, llegando a pedirles sus respectivos currículums vitae y programas de trabajo para contratarlos en la que, según él, será su nueva oficina.
El desparpajo ha sido tal que incluso ha llegado a prometer convenios de publicidad a algunos medios informativos, cuando ni la propia la alcaldesa ha decidido cuál será la directriz en ese renglón. Además de estar en entredicho su capacidad profesional y de trato personal para ese cargo, alarma saber que en el equipo haya quien minusvalore virtudes éticas como la confianza, la lealtad y la discreción, tres reglas intocables en la vida personal y profesional de Osuna.
Las acciones tomadas por quien en la campaña de Osuna hizo algunas funciones de comunicación han sido a título personal, sin una indicación directa de la alcaldesa electa. El asunto no pasaría de ser una simple anécdota de no ser porque se trata de una muestra de deslealtad a la confianza otorgada.
Si en estos términos se conduce el personaje cuando ni siquiera ha asumido su supuesto nuevo cargo, hay que imaginarse lo que hará cuando esté sentado en la silla de esa oficina. Un ejemplo opuesto lo representa el delegado del CEN de Morena. Aun cuando se le ha mencionado como el próximo secretario del Ayuntamiento, José Antonio Alejo no ha ‘soltado prenda’, cerrándose a cualquier insinuación al respecto, guardando las formas, pero sobre todo el respeto a quien será la próxima presidenta municipal.
Esa es la gran diferencia entre un funcionario que será leal al gobierno de Centro y otro que se erigirá, por decir lo menos, en un peligro permanente para la confianza que Osuna busca generar al interior de su administración. Por fortuna para el nuevo Ayuntamiento, es sólo un ‘prietito en el arroz’.
: POLÍTICOS TRIBALES
Es por demás. Salvo honrosas excepciones, que las hay, los políticos tabasqueños se caracterizan por su tribalismo e ignorancia.
Ignorancia porque son incapaces de ver más allá de sus narices, de plantear escenarios a largo plazo y establecer objetivos que les permitan trascender. Obcecados en la inmediatez, carecen de planes a mediano o largo plazo.
Tribales porque casi todos desconocen el mundo que les rodea. Carentes de conocimiento de cultura general, tacto e inteligencia, apuestan a los golpes bajos, a las marrullerías, para avanzar en sus carreras políticas, dejando a su paso decenas de cadáveres insepultos.
Estas son algunas de las razones por las que sólo un puñado de políticos pueden trascender. La mayoría vive sus tres años de gloria en la Cámara de Diputados y en las alcaldías, para luego desaparecer de la escena pública.
Se creen inteligentes, que todo lo saben y que son muy astutos. La codicia los lleva a usar sus cargos para enriquecerse a ellos y a los suyos, sin importar el legado que dejan a la sociedad.
Ahora que los tiempos están cambiando con la 4T, los políticos con capacidad e inteligencia serán los únicos que podrán sobrevivir. El resto se quedará en el olvido, recordando su gloria efímera para contarla a sus nietos.
Es evidente que la llegada de una nueva camada de políticos se está ‘comiendo vivos’ a los novatos, a esos que no tienen idea de lo que es la política de alto nivel, esa que obliga al diálogo y a la reciprocidad en los acuerdos, a la importancia de usar los medios legales para trascender, para tener éxito. Por estas y otras razones, la política tabasqueña sigue siendo una política bananera. Como bananeros son la mayoría de sus representantes.