GUAYABERA POLÍTICA

La nota “sobresaliente” para numerosos medios televisivos y radiofónicos, principalmente, de la reunión cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, efectuada en el Palacio Nacional el pasado sábado 18, nada tuvo que ver con el contenido y propósitos intrínsecos de la agenda que convocó a mandatarios y diplomáticos del área, les gustó más ahondar en dos momentos, ríspidos por demás, originados por los presidentes de Uruguay, Luis Lacalle Pou y Mario Abdó Benítez, de Paraguay.

Efectivamente, amable lector, estos medios han privilegiado el escándalo provocado por los representantes de los pueblos charrúa y guaraní, impertinentes a cual más, que como si se hubieran puesto de acuerdo, iniciaron sus intervenciones con alusiones ofensivas hacia las repúblicas de Cuba, Venezuela y Nicaragua, justificando tales atropellos al orden, la política, la diplomacia y la institucionalidad, en el hecho de que sus presencias en la cumbre, no era para nada de “complacencia”.

Lacalle defendió la existencia de la OEA, a pesar de que todo mundo sabe que no es sino una agencia al servicio de los Estados Unidos de América, su última intervención en el área, fue única y exclusivamente para deslegitimar la reelección de Evo Morales en Bolivia y abrirle la puerta a las fuerzas más reaccionarias del país, financiadas por Washington, para implantar un gobierno títere mediante un golpe de Estado.

Para nada alentó Lacalle el fortalecimiento de la CELAC, comunidad con la que no sólo se pretende reemplazar a la pérfida OEA, sino cristalizar una auténtica comunión de intereses regionales, base y catapulta al mismo tiempo para ayudarse unos a otros en casos de desastres, intercambiar mercancías, desarrollar tecnologías, invertir en investigación científica, etc., en calidad de iguales, sin la injerencia de ninguna nación o gobierno que pretendiese anular ese espíritu fraternal para desarrollar sus potencialidades y convertir todo esfuerzo en hechos tangibles redundantes en el bienestar de los habitantes de esta inmensamente rica región.

Lacalle inició su agria intervención expresando que su presencia en la reunión no significaba de ninguna manera que debía adoptar una actitud “complaciente”, y atacó a Cuba considerándola una nación en la que no se respetan los derechos humanos, no hay elecciones libres, se repele con la fuerza bruta a manifestantes inconformes, etc., lo que llevó al mandatario caribeño Miguel Díaz Canel a solicitar réplica para poner en su lugar al imprudente presidente venidodel cono sur.

Minutos después ocurriría un segundo episodio, lo mismo inesperado que inapropiado, protagonizado por el presidente Mario Abdó Benítez, de Paraguay, quien igual que Lacalle, inició apuntando que su presencia no era de “complacencia” (otra vez) y que aprovechaba para aclarar que la misma no significaría en ningún momento el reconocimiento al gobierno venezolano de Nicolás Maduro si bien, dijo, era “de caballeros” decirlo de frente.

Maduro, que no tiene la mecho a larga, replicó de inmediato y lo mismo retó a Lacalle que a Abdó para hablar de democracia en Paraguay, en Uruguay o Venezuela, en cualquier parte de Latinoamérica.

Puntualizó que la cumbre era para unir, para fortalecerse, no para atacar ni confrontar.

La abrupta ofensiva tanto de Lacalle como de Abdó en contra de Cuba, Venezuela y Nicaragua, ha sido hasta el momento para los principales medios informativos mexicanos, principalmente, repito, los televisivos y radiofónicos, la nota que para ellos revistió la mayor importancia, el fin supremo de la reunión y la naciente hermandad latinoamericana y caribeña en la cuna de la CELAC, pasó a segundo o a tercer plano, para ellos el escándalo mereció toda la atención para seguir así envenenando a la población.

Nadie asiste a casa ajena para faltarle el respeto al anfitrión que convoca para estrechar lazos de unión, de trabajo, de amistad, de educación, de investigación científica, de salud y cultura. Nadie.
Y si ocurre, como sucedió en el Palacio Nacional de México, debe de considerarse el hecho como una enorme falta de respeto hacia la sede y al convocante y una impertinencia sin límites. Digo, y diga el amable lector lo que piense sobre el particular.

Por Guillermo Hubner

GUILLERMO HÜBNER DÍAZ. Nació en la Finca Morelos, Ranchería Torno Largo, Paraíso, Tabasco (Marzo 17 de 1942). Es reportero desde hace 56 años, inició su carrera en el Distrito Federal en el Semanario PIONERO del también tabasqueño Francisco Peralta Burelo. Fue reportero de la revista INICIATIVA de circulación nacional, bajo la dirección de Mario Huacuja Betancourt y de El UNIVERSAL, el Gran Diario de México. Fue redactor de noticias de la división de Radio y Televisión de NOVEDADES DE MEXICO. Ha sido dirigente gremial, fue presidente de Unión de Periodistas de Tabasco, fundador y presidente de la Unión de Periodistas Democráticos de Tabasco y presidente del Bloque Sursureste de la Unión de Periodistas Democráticos. Actualmente es tesorero del Club de Periodistas de Tabasco. En Tabasco ha sido reportero de los principales diarios y editorialista de varios espacios radiofónicos. Fue Jefe de Redacción del diario Presente en funciones de Subdirector lo mismo que en el matutino Rumbo Nuevo. Es autor de la columna política GUAYABERA POLÍTICA, el espacio de opinión periodística con mayor vigencia en el país, fundada en febrero de 1972. Ha recibido entre premios por su trabajo y reconocimientos por su larga trayectoria profesional, 17 preseas, 11 estatales y 6 nacionales. Sus colegas lo honran considerándolo el Decano de la prensa tabasqueña.