La lealtad, ese valor que acoge toda incapacidad de traición y engaño, no es un artículo que pudiera asegurarse esté incluido en la ‘canasta’ donde depositan muchas cosas los políticos, tabasqueños o no –con sus excepciones, claro-; la mayoría acostumbra lucrar con la bella disciplina de la que se sirven para llegar al poder, se supone que para ejercerlo éticamente, procurando en todo el bienestar de la sociedad, de la entidad y de la nación.
Y es de lealtad, amable llector, de lo que están hablando, al iniciarse la segunda mitad del sexenio, tanto el gobernador del Estado, capitán Carlos Manuel Merino Campos, como los 17 alcaldes que el día de ayer iniciaron su gestión. Por algo será.
Asistí el lunes, como invitado, a la ceremonia en la que protestó como alcaldesa de Centro, la maestra Yolanda Osuna Huerta, “La Dama de la Esperanza”, quien en un discurso breve, entendible, que no dejó punto sin tocar, fijó a la lealtad, aparejada con la transparencia y el honor, como el punto toral, la característica principal de su gobierno que se desea, dicho sea de paso, muy diferente, distinto, mejor del que acaba de concluir.
La lealtad, en la hora actual de la república, es lo que se requiere de los políticos, precisamente, tenida como un valor ineludible para satisfacer las expectativas populares, muchísimas, para convencer al elector sobre que no equivocó el camino para sumar adeptos, para trascender el trienio, el sexenio, sentar un precedente, rescatar a los municipios y con ello a Tabasco.
Se pretende, queda claro, que durante estos tres años, con base en la lealtad, puedan crearse las bases de un pacto que restituya y cohesione el tejido social y para ello se impulsen leyes y actualizan instituciones con visión democrática, compromiso social y entrega al privilegio, como lo considera el gobernador Merino Campos, de servir al pueblo que lo vio nacer, crecer, hacerse hombre, triunfar.
No obstante, como aseguró por su parte la alcaldesa Osuna Huerta, ningún proyecto será posible si no es con el concurso de todos, no sólo de los hombres y mujeres del gobierno, y ello requiere de lealtad, de mucha lealtad, de pundonor y del acatamiento que junto con la valentía y el compromiso, fueron “orgullo y parte fundamental de la sociedad mexicana durante el proceso de Independencia”, como citó recientemente el Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Dijo Osuna Huerta que en el quehacer gubernamental del municipio, los retos no han sido menores, claro que no, pues cada día que pasa se establecen nuevos horizontes y derriban barreras y obstáculos que impiden el libre fluir del cambio.
No dijo mentiras. Así es la democracia en la que al contrario de las dictaduras, no hay nada preestablecido sino que se construye cada día, todos los días.
Recordó que a Centro nada le ha sido fácil y estableció que las condiciones geográficas y su historia han forjado en sus habitantes una gran voluntad por salir adelante, la cual es fortaleza propiciadora de la oportunidad de construir el futuro que el municipio y su gente merecen.
Es tiempo de sumar voluntades y capacidades, todas caben bajo una visión amplia e incluyente en la que los esfuerzos son bienvenidos, siempre y cuando estén orientados al bien de Centro y de Tabasco, o sea, siempre y cuando estén cimentados y orientados en y por la lealtad, por la lealtad a Tabasco que por varias razones es bandera ondeante en este complejo y delicado tramo de la historia nacional.
No se acreditará cambio alguno si no existe en los funcionarios y en los ciudadanos lealtad a toda prueba al municipio, a Tabasco y al gobernante que la enarbola e impulsa con conocimiento, madurez y buena fe. Con ética. Con honor.
Sería una gran vergüenza desaprovechar el momento y preferir seguir siendo parte de todas esas fuerzas negativas que han llevado a Tabasco al infortunio, a seguir siendo cómplice de célebres mediocridades elevadas al poder por la componenda, la complicidad y la traición.
Sería una gran vergüenza, repito, que las líneas de conducta trazadas por el gobernador Merino Campos, la alcaldesa Osuna Huerta y sus colegas de los 16 municipios restantes, fueran traicionadas por quienes protestaron cumplir cabalmente sus obligaciones anteponiendo a sus intereses personales, o de grupo, a los más elevados del pueblo de Centro y de todo Tabasco que merecen en todo sentido un mejor estado de cosas.
¡Sería espantoso!… Sencillamente porque la deslealtad no es algo que pase desapercibido.
Lealtad a Centro, a todo Tabasco, a nuestro amado México, es el imperativo.
Que lo entiendan los secretarios, subsecretarios, directores, coordinadores, magistrados, alcaldes y diputados, que lo entiendan muy bien todos.
Lealtad, lealtad, mucha lealtad señores… Y señoras, claro.