CARTA ABIERTA
No es el PRI, no es el abandono de sus postulados ideológicos o la falta de diálogo y oportunidades; ni siquiera es Dagoberto Lara. La razón de fondo en el salto que algunos priistas están dando a Morena se finca en buscar acomodo donde les caliente más el sol. La razón pura es la pura razón de abandonar un partido que ya no les garantiza cargos públicos, partidistas o electorales. Abandonan un barco que ven a la deriva y a punto del naufragio.
La reciente dimisión de Juan Molina Becerra al PRI tabasqueño se suma a las de Manuel Andrade, Minerva Ocaña, Pancho Herrera, Roger Pérez Evoli y Luís Felipe Graham. Y con seguridad vendrán otras más en las próximas semanas.
Pero hay de dimisiones a dimisiones y de sumas a sumas. Un caso evidente fue el del exgobernador Manuel Andrade, quien fue postulado por Juan Manuel Fócil como candidato a la alcaldía de Centro por el PRD, no obstante haber sido un consumado perseguidor de perredistas en su sexenio, partido al que entonces pertenecía Andrés Manuel López Obrador.
Por eso es que Juan Molina tendrá explicar algunas pequeñas cosas a los morenistas ahora que es su correligionario. Por ejemplo, el papel desempeñado cuando apoyó a Roberto Madrazo en el desalojo violento de miles de perredistas en Plaza Armas, en enero de 1995. Al grito de “Viva Obrador”, los manifestantes protestaban por el fraude electoral de 1994 que derivó en la victoria de ROMA sobre AMLO y que llevó a este a presentar las ‘cajas de la ignominia’ frente a Palacio Nacional.
La hemeroteca da cuenta del valiente rol que Molina desempeñó en defensa del triunfo de Madrazo, llevándolo incluso a plantear la ¡separación de Tabasco de la Federación! Ese protagonismo histórico tuvo su premio ya que Madrazo lo hizo diputado local y después Manuel Andrade lo llevó a una subsecretaría de Gobierno.
¿Cómo convencer a la militancia morenista-obradorista que estos expriistas ya se han ‘purificado’, que ya se han ‘exorcisado’ de ese antiobradorismo recalcitrante que ha llevado al presidente al perdón, pero no al olvido, según se desprende de sus recurrentes declaraciones en las mañaneras? El dilema para Morena con la llegada de personajes de otros partidos es: ¿qué hacer con quienes a lo largo de años, lustros y décadas han estado al lado de Andrés Manuel, dejándose el pellejo y viviendo una larga época de ‘vacas flacas’, siempre con la esperanza de que se les reconozca y se les dé una oportunidad por su lealtad y su lucha?
No, no es el PRI; ni la dizque pérdida de sus postulados ideológicos, ni siquiera Dagoberto. La razón de las dimisiones en el tricolor, de las que seguramente habrá más, se fincan en dejar atrás una nave que se inunda.
Algunos no están en el ánimo de ayudar en su rescate porque será un trabajo duro y de mucho sacrificio. No se arremangarán la camisa a pesar de lo mucho ganado cuando esa barca navegaba por mares pródigos de riqueza y oportunidades, y que los hizo lo que hoy son.
POS DATA: Que no se culpe a Morena, ni al presidente, ni al gobernador de esta huida de priistas. Como todo partido, el Movimiento de Regeneración Nacional está en su derecho, y hasta obligación, de emplear las estrategias de pragmatismo político que mejor respondan a sus intereses colectivos de crecimiento y fortaleza. La responsabilidad, en todo caso, está en quienes responden a ese ‘canto de las sirenas’. Ahí estará la historia para hacer el juicio de la posteridad.