Franja Sur
No se trata de la tragedia en la que perdió la vida una gobernadora de Puebla y su esposo. El tema es el helicopterazo de Tabasco, que salió de nuevo a la luz.
Un caso sin resolver, apenas una parte del inmundo gobierno de Arturo Núñez, lo peor que le pudo haber pasado a Tabasco, pues esa administración llevó al despeñadero al estado y lo metió en una crisis financiera de la que aún no se recupera la administración pública.
En el contexto de la entrega del tercer informe de gobierno celebrado el domingo, el gobernador Carlos Merino Campos con la finalidad de responder a señalamientos que hizo al régimen desde la tribuna el diputado del PRD, Héctor Peralta Grappín, exhibió solo una punta de la madeja que envuelve la putrefacta gestión del nuñismo.
Merino Campos, usando una figura metafórica, dijo que ha buscado “hasta debajo de los cajones” y nada que aparece el helicóptero que se pagó con dinero del gobierno anterior, o mejor dicho, con recursos de los contribuyentes. Lo expresó, claro, aludiendo a la administración perredista que encabezó Arturo Núñez Jiménez, que es uno de los pendientes que todavía tiene que aclarar ante la justicia.
Aunque, también está el asunto de los 20 millones usados para filmar una película que nadie vio, lo de la compra de un mega dron y el presunto fraude en la adquisición del terreno de 80 hectáreas para la Zona Económica Espacial (ZEE). Este último caso en su momento fue señalado públicamente por Adán Augusto, entonces gobernador electo y que hoy despacha en la secretaría de Gobernación.
Y si rascamos un poco más, saldría toda la estela de los presuntos desvíos en ese sexenio nuñista, y que se debe aclarar al pueblo de Tabasco, ya que el quebranto al erario supera los 4 mil millones de pesos, según dio a conocer el Órgano Superior de Fiscalización del Congreso del Estado en septiembre de 2019.
En todo el caso Núñez la Auditoría Superior de la Fiscalización (ASF), “determinó un monto pendiente por solventar desde 2013 hasta 2018 de 4 mil millones 500 mil pesos”, tema que ha sido publicado en la prensa nacional. No es, pues, cualquier cosa el presunto saqueo a Tabasco en ese gobierno.
Y de todo ello tiene conocimiento el gobierno de Tabasco, como lo demostró el domingo Merino Campos, quien muy ufano señaló que ha buscado prácticamente por mar y tierra el helicóptero que pagó el gobierno de Núñez en más de 45 millones de pesos y no aparece.
No es la primera vez que esta administración de la 4T amaga con actuar contra el ex gobernador del partido amarillo, pero luego el tema se desvanece en el ánimo de las instancias de justicia o tal vez en el laberinto de la presumible complicidad inmoral. Lo mismo pasa con los medio de comunicación adictos al oficialismo. La mayoría calla el tema.
Sorprendió, pues, que el gobernador Merino Campos haya abierto una tímida metralla contra el perredista, aunque más bien parece que fue al calor de los señalamientos de la oposición en tribuna, y, si es así, se perdona, como le perdonaron al priísta Juan Carlos Castillejos, hoy metido a la nómina del gobierno estatal, arremeter canallescamente contra el presidente López Obrador, porque “fue al calor de las campañas”.
Ahora bien, si algo rescatable dejó el tercer informe de gobierno en Tabasco, fue ese ejercicio de apertura mostrado en la ceremonia, un guiño a la democracia, en la que tuvo voz el anfitrión (los diputados), entre ellos los opositores, pues esta vez el Congreso no se limitó a sólo recibir el documento.
Y como siempre, la política de marginar a ciertos sectores continuó inamovible. En cambio la clase pudiente, los poderes fácticos (ese grupo de fifí que dice detestar el presidente de la república) de nuevo en las primeras filas. Eso sigue igual, como en los gobiernos del PRI y del PRD. El pueblo en su riguroso lugar, atrás de las vallas.
El gobernador lució sereno, mostró civilidad, sólo el destello del helicóptero. Se apreció que su talante no es beligerante ni se va de la boca, lanzando descalificativos a diestra y siniestra, como otra clase de políticos. Eso ya es ganancia.
Y bien, el pueblo tabasqueño sigue sentado al borde de las butacas esperando que este gobierno cumpla su promesa de acabar con la impunidad. En sus manos está el caso Núñez.
Ahí se las dejo.