Franja Sur
El próximo 31 de diciembre el gobierno del estado cumple tres años de haber tomado el poder. A estas alturas ya se puede evaluar si los resultados son los que se esperaban con un gobierno choco que ni más ni menos tiene el respaldo de un presidente de la República.
Nunca como ahora el estado de Tabasco había contado con tantos funcionarios de primer nivel en el gabinete federal. Además del presidente López Obrador está el secretario de Gobernación, Adán Augusto; el secretario de Bienestar, Javier May; el director general de Pemex, Octavio Romero Oropeza.
El subsecretario de Turismo, Humberto Hernández Haddad; así como Oscar Rosado Jiménez, en la Condusef; Rosalinda López Hernández, Administradora General de Auditoría Fiscal Federal en la Secretaría de Hacienda y otra legión más de tabasqueños en puestos de menor jerarquía.
De este modo, los habitantes de otros estados creen a estas alturas que Tabasco está en camino a convertirse en una entidad que se podría comparar con Nuevo León, Estado de México, Jalisco o Puebla. Nada de eso trajo el barco.
La realidad, aunque parezca exagerada, pero es innegable que esta entidad es la más atrasada del sureste, y se puede corroborar sólo observando su infraestructura casi en ruinas. Sus carreteras, caminos y puentes, lo más criticado por los foráneos que visitan el estado.
Si comparamos esta administración con la del perredista Arturo Núñez Jiménez, la ventaja del gobierno de la 4T es en el terreno de la obra pública, donde en tres años sobresalen dos distribuidores viales aún no terminados del todo, y, la notable baja en delitos, sobre todo en secuestros y asesinatos dolosos. “Algo es algo”, dirían algunos.
En el gobierno de Arturo Núñez podemos citar como su única obra sobresaliente el moderno Mercado José María Pino Suárez. Aquí entra la discusión de que fue con dinero del gobierno federal, pero, bueno, también los distribuidores viales necesitaron del apoyo federal. Y nos exhibió, Núñez, en el terreno de la justicia. El tema de las personas apresadas injustamente en el 2015 en Macuspana, hoy es un escándalo mundial en Neflix.
Lo importante son las obras, sin ponerse a cuestionar cómo se haya conseguido el recurso. Si en el gobierno federal, puesto por la administración estatal o tal vez en la iniciativa privada. Se anhelan resultados.
Pero esta administración con todo el poderoso brazo que tiene en el gobierno federal, pues en tres años se puede decir que ha quedado a deber. En efecto, no es para estar como estamos, la falta de circulante, esto es, la economía languidece y el desempleo es brutal, las cifras oficiales son solo cuentas alegres, el terreno de la realidad se impone y por mucho.
Hoy se aprecia un Tabasco en la inercia, un gobierno que sólo flota en espera de los designios del gobierno federal, sin iniciativa propia, se ve, se siente, pero jamás podrán palparlo los gobernantes, ya que el poder aturde, desconcentra y aleja de la realidad a los políticos. Sólo viven su realidad, animada por lo que le dicen sus amigos y familiares.
La oportunidad dorada que tiene el estado de Tabasco, difícilmente se le vuelva a presentar. Si no la aprovechan quienes toman hoy decisiones, el pueblo los juzgará ya cuando estén fuera. Todas esas alabanzas que les tiran sus partidarios, se convertirán en repudio, cuando alejados los tiempos de la polarización y la pasión de hoy, con la frialdad necesaria reflexionen sobre lo que pudo haber sido y no fue.
Y es que la apuesta del gobierno federal para sacar a Tabasco del atolladero está centrada en la Refinería de Dos Bocas y en el Tren Maya, pues consideran que con ello el estado tocará el cielo del progreso.
Pero vendrán tiempos en que, serenos, los tabasqueños podremos evaluar si los resultados de la Refinería y el Tren Maya fueron la solución o, mejor hubiese sido que todo ese presupuesto invertido en Dos Bocas y la parte que le tocó al estado en el tema del Tren, se hubiesen diversificado en las actividades primarias en esta entidad.
Por supuesto, me refiero, que era la oportunidad de reverdecer los tiempos cuando éramos felices produciendo en tierra y aguas, en el campo y en el mar. Recordemos, Tabasco fue el granero de México.
Ahí está todavía de pie la Industrializadora de Cacao de Tabasco. Se recuerda con melancolía ese olor a cacao cuando transitaba uno frente a la fábrica de chocolate en el municipio de Cárdenas. Hoy esa zona despide un olor fétido. Y, como olvidar el frigorífico de Tabasco, con las mejor carnes del país,
La Oleaginosa del Sureste, factoría de aceite que mantuvo en jauja por muchos años a los productores de coco, y las cooperativas de productores de ostión en Sánchez Magallanes y Paraíso que en los años 70 sostenían la economía en esas zonas, entre otras empresas dedicadas a los productos de mar que fenecieron.
Era, pues, propicio, con un gobierno cuajado de tabasqueños, reactivar el potencial productivo del campo, ya que Tabasco cuenta con 2 millones de hectáreas para la actividad primaria.
Pero el gobierno apostó por la explotación petrolera, precisamente la industria que contaminó las tierras del otrora Edén y por el Tren Maya, otra fuente de contaminación de nuestra flora y fauna. Al final, cuando quizá sea demasiado tarde, podrían darse cuenta de la gran oportunidad que se perdió.
Es cierto, faltan aún tres años, pero en este momento el gobierno todo está entretenido en la elección de Revocación de Mandato a realizarse en marzo del próximo año, es la tarea principal de los funcionarios.
Después viene la disputa por la candidatura a la presidencia y de la gubernatura en Tabasco, Lo que no se planeó hasta ahora, es muy difícil lograrlo, porque vienen años electorales.
Ahí se las dejo.