CARTA ABIERTA
Es reprobable el uso, y el abuso, que ha tenido la causa feminista de la violencia política de género. Si bien todos están a favor de desterrar las actitudes machistas y los feminicidios, tampoco es válido usar esta bandera con oscuros fines de rentabilidad personal.
Una forma de evitar que la violencia política de género, y el resto de las leyes que protegen a las mujeres del abuso, sea objeto de una sesgada manipulación, es poner sobre el tapete de la discusión los argumentos reales, sin apasionamientos o intereses ocultos. De esta forma se impedirá que algunos personajes aprovechen las lagunas de la ley, alterando así el propósito originario de este importante avance feminista.
La introducción viene como ‘anillo al dedo’ por la querella que Lorena Beauregard de los Santos ha interpuesto ante el IEPCT por violencia de género, en contra del diputado local de Morena, y presidente de la Mesa Directiva del Congreso, Emilio Contreras Martínez de Escobar.
La denuncia se ha dado tras lo respondido por el legislador a los reporteros, cuestionado sobre el papel que ‘Lorena’ ha tenido en los reclamos ante la CFE por los altos cobros de luz. Emilio Contreras dijo no saber ‘que pito toca’ en relación a ese tema. Según la supuesta aludida, esa respuesta tiene una connotación sexual y, por lo tanto, agresiva; tanto, que la llevó a contratar al mismo abogado que ganó para Lola Gutiérrez una denuncia similar contra el entonces alcalde Evaristo Hernández.
Si bien Beauregard dice ‘tener un caso’ para ganar en los tribunales, hay algunos puntos a considerar. El primero de ellos se refiere al pequeño gran detalle de que en la pregunta del reportero jamás se menciona su nombre completo, ya que sólo se refiere a ‘Lorena’. Y Lorena pudo haber sido la diputada morenista Lorena Méndez Denis… o incluso la periodista Lorena del Carmen Hernández Solís, conocida en los círculos políticos. Es decir, Contreras pudo haber tenido razón en replicar: “no sé quién es Lorena”.
En torno a la frase “no sé qué pito toca” también hay un argumento válido para echar abajo el presunto carácter sexista de la misma.
En el libro “Tabasqueando”, del autor Ramón Jesús Alejandro Hernández, se refiere al modismo choco de ‘pito’ como “algo superfluo, banal; bagatelas compradas sin ton ni son’. En su obra “Así hablan en mi tierra”, de Oscar G. Cabrera, a ‘Andar con pitos y flautas’ lo define como: “Andarse por las ramas o con rodeos; evadir el asunto de que se trata o se debe tratar; dar pretextos vanos y que no vienen al caso, para no entrar en materia y dilucidar un asunto”.
No es todo. Al buscar en Internet ‘qué pito toca’ se encuentra la explicación de este mexicanismo usado con frecuencia en el lenguaje popular, sin el menor tinte sexual: “La frase solía aplicarse para confrontar a quien andaba de metiche en asuntos que, en apariencia, no correspondía arreglar a la persona interpelada. La frase está en desuso desde que las chirimías, tambores y pitos han disminuido su presencia en los espacios públicos, sean festivos o laborales”.
Por lo que se observa, la respuesta del legislador pudo haberse circunscrito en este contexto lingüístico,. Si bien la contestación pudo ser más adecuada o elegante, dista mucho de constituirse como una ofensa de lascivia o algo parecido a la violencia política de género.
Estos argumentos son los que deberá tener en cuenta el IEPCT al momento de analizar la querella, sin olvidar también que el propio Emilio Contreras podría proceder en el mismo sentido. Como se sabe, en la entrevista radiofónica que Beauregard dio a Telerreportaje, se refiere al diputado como “Emilito, pequeñito, chaparrito, hasta en su desempeño”.
Si bien la violencia política de género debe hacer respetar los derechos de las mujeres, también es cierto que la ley no debe discriminar al privilegiar a un género por otro. El abogado de Beauregard, Andrés Ramírez, tiene un camino muy cuesta arriba que subir. Lo más probable es que fracase porque se ha sacado ‘la rifa del tigre’.
: VÉLEZ, ‘UNA FICHITA’
En algo tiene razón Beauregard: la clase de persona que es el coordinador del PVEM en el Congreso, Miguel Vélez.
El pevemista se está creando una mala fama, tanto que ya todos conocen su forma de operar en lo político. Todo un joven dinosaurio corto de ideas, atorado en las prácticas del viejo PRI.