CARTA ABIERTA
Lo que a mediados de este año parecía ajeno, un burdo servilismo de quienes acostumbran a lanzar loas al gobernante en turno, ha empezado a tomar una forma de mucha seriedad, llevando a rectificar incluso a los más recalcitrantes adversarios de Adán Augusto: la realidad de verlo en las boletas como candidato presidencial, con toda la oportunidad de ganar.
El más reciente aplauso de Obrador al secretario de Gobernación, calificándolo de “diez” porque le ayuda mucho y le aligera la carga, se suma a una serie comentarios similares desde que el exgobernador de Tabasco asumió su nuevo cargo, a fines de agosto.
Esta vez, desde Tabasco, el presidente dijo que no se trata sólo de su punto de vista, sino de las coincidencias de varios actores en la función pública, en la política, de que Adán tiene muy buenos modales, buenas prácticas. No se quedó ahí. Mencionó que la cualidad del titular de la Segob es el equilibrio, además de que sabe escuchar, tiene pasión y es muy tranquilo.
En ese juego sucesorio, el presidente afirmó también, en septiembre de este año, que la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, le ha aligerado la carga porque lo representa muy bien, porque es una mujer trabajadora, honesta, con convicciones.
Los elogios del presidente a Sheinbaum y Adán van con un objetivo preciso, porque ambos, junto a Marcelo Ebrard, han figurado como los posibles candidatos para buscar la Presidencia, si bien el canciller parece haberse rezagado en los últimos meses.
¿Es Adán el ‘tapado’ de Obrador? Lo que se percibe, con total claridad, es la intención de Obrador por abrirle brecha, situándolo, poco a poco y sin querer queriendo, pero más queriendo que sin querer, al mismo nivel de Sheinbaum y Ebrard.
¿Un presidente pasándole la estafeta a un paisano? En la época postrevolucionaria fue el tiempo de Sonora. Adolfo de la Huerta le entregó el cargo a su coterráneo Álvaro Obregón y luego de que este fuera asesinado Plutarco Elías Calles llegó al poder. Años después les tocó el turno a los veracruzanos Miguel Alemán Valdés y Adolfo Ruiz Cortines. Y en los setenta fue el momento de los defeños Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo.
La historia podría reeditarse en 2024 con Tabasco. A estas alturas ya nada resulta imposible, menos por el desgaste sufrido por Sheinbaum y Ebrard, y cuando al mismo tiempo Adán sigue inmaculado, construyendo puentes con los actores políticos de distintas siglas y colores.
Hay que agarrarse de los asientos porque vienen momentos cruciales para la política tabasqueña. Por ejemplo, si Adán llega a ser el candidato ya no será Obrador quien lleve mano en la sucesión tabasqueña. Las reglas no escritas de la política mexicana le dejarán este privilegio al abanderado presidencial.
: MERINO APAGA FUEGO
El gobernador Carlos Manuel Merino tuvo que sacarle de nuevo las ‘castañas del fuego’ a otro de los desbocados servidores públicos de la administración estatal.
En la mañanera del presidente Obrador en Tabasco, el Capitán anunció que no se descontará el Impuesto Sobre la Renta del aguinaldo a los trabajadores al servicio del estado.
Así, dio marcha atrás a esta medida que generó protestas en la llegada del presidente y que llegó directo a los oídos de Adán Augusto cuando este bajó de su vehículo oficial para dirigirse a la reunión de la Conago en el Centro de Convenciones.
Más allá de que la secretaria general del Sindicato Independiente Democrático del ISSET, SIDISSET, Zerelda Sánchez, tenga varios señalamientos, el gobernador optó por privilegiar el interés de la mayoría trabajadora por medio de una decisión política que tuvo el apoyo del presidente y del secretario de Gobernación.
Al final, alguien quedó muy mal parado, ya sea por su cerrazón al diálogo o por incapacidad para resolver conflictos de alta complejidad que obligan a una visión de amplia sensibilidad y empatía. Le faltó lo que Obrador reconoció en Adán: “El equilibrio, además de que sabe escuchar, tiene pasión y es muy tranquilo. Buenos modales y buenas prácticas”.