¡Buen martes!
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@vidal_38
Aunque esta columna no se dedica a temas literarios ni pretende dar clases de filosofía o historia, el lento arranque del año 2022 en asuntos de la política local abre la oportunidad a la reflexión sobre el idealismo en el ejercicio del poder.
Comparto entonces algunas breves anotaciones de un libro dedicado a la vida de Angela Merkel, ex canciller alemana, cuyos alcances deben servir de referencia para muchos.
En lo fundamental, el estudio considera que la dama descifró el código del poder a partir de la aplicación de la metodología de las ciencias naturales y de la conducción de sus actos siguiendo los preceptos del cristianismo protestante. “Ese raro fenómeno de creer en la ciencia y en la religión es origen de su pensamiento y comportamiento”, argumentan las autoras de la investigación.
Pudiera considerarse la siguiente conclusión como norma, faro o guía para cualquier político. Veamos esta primera regla del decálogo Merkel sintetizada de esta forma:
“Su formación como física ha ejercido una máxima influencia en su pensamiento y desempeño en la política.
“Aborda todas sus tareas bajo el precepto del método científico: extrapola todas las variables, investiga, se nutre de detalles, coteja información, hace comparaciones, plantea y prevé diversos escenarios, sopesa los pros y contras de cada posibilidad, calcula riesgos, anticipa reacciones y después de un tiempo de reflexión, toma decisiones tajantes que describe como insustituibles”.
Merkel dilucida los hechos como parte de un proceso en el que nada es fijo e inmutable y en que las circunstancias pueden cambiar. Mientras tanto no elabore un cálculo de variables, prefiere adoptar el rol de observadora, para dejar que sean los otros actores los que muestren sus cartas.
Alguna vez presentó este diagnóstico, preciso y demoledor: “La ausencia de método engendra el caos y lleva a la decepción. Así, la nada gobierna. Todo se hace a la ligera y a como salga”.
Así de simple.
La Morralla
De los ajustes en el gobierno estatal anunciados ayer, a Cesar Burelo y Mauro Winzig se les conoce por su activismo político. Ah, y también por su disciplina *** Que vienen más ajustes en el gabinete estatal. ¿Cuántos escribieron sus cartitas a los reyes? Esperan rosca con hueso.