De Primera Mano
Si algo le dejó de herencia al Gobierno el año viejo, es la percepción de que Morena se apresta a mantener Tabasco un sexenio más por un escenario muy parecido al de 2018 que los tabasqueños salieron en tropel a votar por un paisano para presidente del país.
Con miras a 2024, esta vez ya se empieza a configurar una atmósfera similar: el mandatario Andrés Manuel López Obrador ha dicho que se necesita de un próximo presidente de una generación menor a la suya para finiquitar los proyectos emblemáticos de la llamada ‘Cuarta transformación’.
Y esos objetivos –la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya– pasan necesariamente por Tabasco: quien suceda al de Macuspana debe comprometerse a mantener con vida la petroquímica choca, lo mismo que las vías de un ferrocarril que los detractores de la 4T ven obsoleto.
A nadie más que a los chocos –y a los sureños en general– les conviene que después de 2024, cuando termine el período de López Obrador, se le siga inyectando presupuesto a las obras cumbre de la gestión lopezobradorista.
Abandonar a la refinería y no echar a andar los vagones de la ruta indígena sería una suerte de catástrofe para la región, particularmente para Tabasco.
Ya desde ahora los tabasqueños saben que deben elegir a otro paisano para Palacio Nacional, pero en caso de que el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, no lograse la candidatura de Morena, tienen que respaldar sí o sí al que resulte elegido, pues será quien –al menos eso se cree– le cuide las espaldas al mandatario mexicano.
En estos momentos solo se ven a dos aspirantes a la candidatura presidencial identificados plenamente con AMLO: la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y Adán Augusto.
En el peor de los escenarios para Tabasco, de acuerdo con algunas fuentes bien enteradas, el secretario de Gobernación será el coordinador de campaña de quien sea el o la abanderada presidencial.
Falta mucho (por lo general se elige al candidato un año antes de las elecciones), pero los que saben aseguran que López Obrador tiene bien definido su proyecto para desentrañar su propia sucesión.
Al descartar al senador Ricardo Monreal Ávila –aún no le da el estatus de ‘precandidato’–, el presidente está jugando con cartas propias (corcholatas, les llama él) y ahí es donde entra el interés tabasqueño por alguien que defienda los planes que mantienen viva la economía regional.
Aunque muchos que aseguran que la 4T no ha hecho nada por Tabasco, el horizonte pintaría peor si no continuara la inyección a Dos Bocas y al Tren maya.
Imagínese usted una campaña en 2024 donde el candidato del PAN, Ricardo Naya (por aventurar un nombre), venga a Tabasco a decir que Dos Bocas no tiene razón de ser porque los carros eléctricos son el futuro.
Esta era la postura del panista en 2018 y también la del priísta José Antonio Meade: acaso esto explique porque AMLO los arrastró en su tierra.
Dentro de tres años otra vez estará en la mesa de la discusión la petroquímica de Paraíso y el Tren maya.
PARA SU INFORMACIÓN…
ESPACIOS INSIGNIFICANTES TRATARON de descalificar la versión de esta columna de que el exgobernador Arturo Núñez Jiménez podría ingresar al gabinete presidencial, según algunos colaboradores del perredista. Los boletineros argumentan que el documental “Duda razonable, historia de dos secuestros”, producido por Netflix, le afectará a Núñez. Pobres de análisis, desconocen que, para efectos legales, en México los poderes son autónomos, aunque en los hechos no es así.