De Primera Mano
Con el arranque de 2022 se han registrado hechos de sangre en Tabasco que hacen rememorar la fatídica administración de Arturo Núñez Jiménez, cuando las matanzas y los secuestros formaron parte de la vida cotidiana. Sin embargo, que el crimen resurja ahora tendría otra connotación: no solo se trata de la tierra del presidente Andrés Manuel López Obrador sino también del secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, y del director general del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), general Audomaro Martínez Zapata.
Luego de unas fiestas navideñas relativamente en calma, en las que reinó la paz del silencio de las balas, el año que aún da sus primeros pasos trastabilla.
Si bien las masacres están ocurriendo en lugares como Comalcalco, Huimanguillo, Cárdenas y Jonuta, las noticias teñidas de rojo se replican en todo el estado por medio de las redes sociales.
Por la información que se publica en los sitios de internet, pues, salvo excepciones, los medios tradicionales no le han dado seguimiento al tema, se trata de exterminios de delincuentes que, se infiere, realiza personal del mismo corte.
Escenas que solo se observan en el norte del país: desfile de camionetas de color blanco con encapuchados armados entrando a pueblos alejados de Villahermosa adueñándose por horas del orden municipal, así como mantas con amenazas sobre cadáveres en pilas de espanto, dominan la agenda pública choca desde la semana pasada.
Aunque Centro, el municipio de la capital, se encuentra en relativa calma –el último hecho de alto impacto fue el robo ejecutado por un comando de cuatro millones de pesos a un contador que era custodiado por guardias privados–, está rebotando en todo el estado lo que sucede en las localidades en las que se han presentado las matanzas.
Por fortuna para la imagen de Tabasco, la llamada prensa grande no ha retomado la información en sus portales: una noticia no madura si no se detona en los medios de información establecidos, y quedará varada si solo se ofrece en portales de dudosa procedencia; sería muy diferente si las cadenas de televisión dieran las notas de las carnicerías en sus noticieros estelares.
A reserva de esperar las cifras de la Fiscalía General del estado de enero sobre los delitos de alto impacto, todo indica que crímenes como el secuestro no se han disparado y que los “ajusticiamientos” se han constreñido a personas del mismo ámbito.
Por un lado esto representa una buena noticia para la ciudadanía, pues a diferencia del gobierno de Arturo Núñez, cuando los delincuentes tenían secuestrada la tranquilidad de los tabasqueños, ahora son pleitos entre iguales.
Se trata, sin embargo, de la alerta de que pueden regresar los niveles de inseguridad dejados por la administración de Núñez Jiménez, con el agravante de que, esta vez, el Edén es la cuna de los tres funcionarios federales que llevan sobre la espalda la seguridad del país.
Esto es, si los criminales buscan asentarse en Tabasco a sangre y fuego como lo han hecho en otras entidades con focos rojos, lo harán a sabiendas de que de aquí son oriundos el presidente del país, el secretario de Gobernación y el responsable de lo que antes era el CISEN.
Visto así, es posible que se trate de un reacomodo de fuerzas y que, en lo sucesivo, ya no van a continuar en territorio tabasqueño actos de terror solo vistos en tierras malditas como Zacatecas, Guanajuato y otras con igual índice delictivo en crecimiento.