Franja Sur
Los periodistas en México son hoy víctima de la impunidad y la indefensión. Imparable, pues, la ola de agravios contra la prensa mexicana.
Una bala en el rostro cortó la vida de Lourdes Maldonado, conocida periodista de Tijuana. El hecho ocurrió este domingo, apenas seis días después del asesinato del fotoperiodista Margarito Martínez, en esa misma ciudad.
De acuerdo con los medios locales el homicidio ocurrió a las 18:20 horas de Tijuana, y agregan que fue atacada por sicarios en el rostro y su auto tenía el vidrio estrellado del lado del conductor.
La comunicadora estuvo hace tres años en una mañanera en el Palacio Nacional y ahí le solicitó el apoyo al presidente, pues dijo que temía por su vida.
Enfrentaba un litigio, desde hace nueve años, por despido injustificado con una televisora propiedad de Jaime Bonilla, ex gobernador de Baja California. Escasamente el 19 de enero pasado había sido notificada de haber ganado la demanda laboral.
Medios de Tijuana dieron a conocer que “la Junta Especial 59 de Conciliación y Arbitraje, ordenó un embargo mercantil en contra de la empresa Media Sport de México S.A. de C.V., propiedad del ex mandatario estatal”.
Lourdes Maldonado pertenecía al grupo de Whatsapp de Tatahuilo en el que interactúan comunicadores de casi todo el país, entre ellos varios de Tabasco. Ahí, en ese espacio, Lourdes Maldonado dio a conocer la semana pasada lo del litigio, que habían fallado a su favor y fue felicitada por algunos de los compañeros, ella respondió: “Voy con todo”, y ese fue su último mensaje en esas redes.
Hoy se lamenta su muerte, indigna y, de nuevo la pregunta entre la prensa: ¿Quién sigue?, pues ejercer el periodismo en México se ha convertido en una bomba de tiempo.
Y todavía hay políticos que afirman que la prensa no influye, que no penetra en la población. Luego entonces, ¿por qué están matando a tantos comunicadores en el país? ¿Por qué a periodistas críticos les cierran las puertas en los medios tradicionales?
Por eso, se refugian en sus propios portales o en las redes sociales ahora que la tecnología les facilita la labor de comunicar y seguir ejerciendo el oficio.
Cierto día, en conferencia dictada por Manuel Buendía, uno de los columnistas más leído en México en el siglo pasado, dijo que el periodismo era más peligroso ejercerlo en la provincia que en la capital del país, pues mencionó que en las ciudades de los estados se pueden encontrar a la vuelta de la esquina a quien se sienta agraviado por lo que el periodista pública.
La muerte de Buendía, para su infortunio, así como de la libertad de expresión en México, ocurrió en 1984 en una de las calles céntricas de la capital del país. El sicario lo atacó a balazos por la espalda.
Pero sus palabras no fueron equivocadas, hoy la mayoría de los casos de periodistas asesinados, está ocurriendo al interior de la república y de manera alarmante. En menos de dos semanas se dieron tres casos en este inicio del año 2022.
Son los de José Luis Gamboa en Veracruz, Margarito Martínez y Lourdes Maldonado en Tijuana. Y en octubre fue ultimado en Chiapas, Fredy López Arévalo.
Así, la fuerza de las palabras sigue amenazada en en México, donde la impunidad en la mayoría de casos de comunicadores muertos, es la sombría respuesta de las autoridades, y, esa irresponsable dejadez, alienta a los enemigos de la prensa. Mata a un periodista y no pasa nada, dirán.
Ahí se las dejo.