De Primera Mano
Cuando empezó la bulla de la fastuosa residencia en Houston del primogénito de Andrés Manuel López Obrador, en la ‘Cuarta transformación’ desdeñaron la noticia con el pretexto de que al presidente “todo se le resbala”. “Yo ni enterado estaba –llegó a decirle al principio un lopezobradorista al reportero–, si no lo mencionas ni en cuenta”.
Pero en los 15 días que lleva discutiéndose en los medios, el tema ya escaló al punto de que el Gobierno de Estados Unidos podría intervenir por considerarse que la compañía que le prestó la casa a José Ramiro López Beltrán y a su esposa, estaría violando las leyes de regulación de aquel país por probable corrupción y conflicto de interés, y sigue vivo en la agenda mexicana y ni el amago presidencial de romper relaciones diplomáticas con España lo bajó del podio digital.
Firmas que miden interacciones en internet han encontrado que nueve de cada 10 diez ciudadanos, de las decenas de millones de mexicanos que han visto la información lograda por el periodista Carlos Loret de Mola, reaccionaron contra López Obrador.
¿Por qué al presidente que todo se le resbala le está afectando el hallazgo informativo de la mansión con alberca de 23 metros y cine privado?
Para contestar a esa pregunta, primero hay que subrayar que hasta antes de la #CasaGris, como se le conoce en redes sociales, el tabasqueño estaba protegido por lo que se conoce como “efecto teflón”, un término que explica que a un mandatario las críticas o las acciones negativas de su administración “le hacen lo que el viento a Juárez”.
Esta “capa protectora” evita que algunos presidentes afronten decisiones negativas con un desgaste mayor al del habitual ejercicio del poder.
No ha sido así en el episodio del “Houston, tenemos un problema”. ¿Por qué? La respuesta tiene que ver con la condición humana:
El 9 de noviembre de 2014, la periodista Carmen Aristegui dio a conocer la existencia de una lujosa propiedad atribuida al entonces presidente Enrique Peña Nieto y que pasó a la historia como “Casa blanca”, aunque después se informó que la propietaria era su esposa, la actriz Angélica Rivera.
Este capítulo negro en la vida pública de México hundió la gestión de Peña Nieto: la información caló hondo en millones de mexicanos que conocieron el lujo desmedido que ellos, pobres, nunca podrán disfrutar.
Esta parece ser la causa por la que la “Casa gris” está haciendo trizas la imagen presidencial. El martillar de las imágenes difundidas por Carlos Loret y la propia Aristegui se han anidado en la mente de los mexicanos que no entienden cómo un júnior de 40 años que no tiene trabajo y cuyo padre presume traer siempre solo un billete de 200 pesos en la cartera y que no posee tarjeta bancaria, puede darse una vida de ensueño en una casa de príncipe al lado de una hermosa brasileña.
Por naturaleza el ciudadano común nunca ha armonizado con quienes por siempre han exhibido una condición de vida de la que solo gozan los multimillonarios.
ESTRICTAMENTE PERSONAL…
“NO HAY MEJOR soldado que aquel que siente que ya está muerto, y un fenómeno similar ha sucedido con muchos periodistas. Sus ataques (del presidente) han sido tan metódicos, tan sistémicos, que los periodistas saben que cualquier mañanera pasarán frente al pelotón de fusilamiento. Ante López Obrador se sienten muertos, y actúan en consecuencia”: Raymundo Riva Palacio ayer al escribir sobre el desencuentro entre la prensa y el aquel.