De Primera Mano
Más allá de que se trata de unos de los más bruñidos exponentes del viejo sistema político mexicano y, por lo tanto, conoce los vericuetos de su oficio, la única manera de entender el manto de impunidad que le ha arrojado el presidente Andrés Manuel López Obrador a su paisano el ex gobernador perredista de Tabasco, Arturo Núñez Jiménez, es que hay una relación de complicidad entre ambos.
A diferencia del caso del priísta Andrés Granier Melo, el primer exmandatario estatal al que el Congreso local le reprobó la cuenta pública del último año de su mandato y que fue enviado a prisión por presuntos actos de corrupción seis meses después de dejar el cargo, Núñez Jiménez (el segundo ex titular del Ejecutivo local al que el Legislativo le reprueba su último ejercicio fiscal) sigue sin ser llamado a rendir cuentas a casi cuatro de concluir su gestión, y se pasea por la capital del país impartiendo conferencias sobre temas electorales.
Núñez ha sido denunciado incluso ante instancias internacionales: a finales de 2019, organizaciones no gubernamentales de Tabasco presentaron una queja ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, Holanda, en su contra por 50 muertes presuntamente causadas por negligencia durante su mandato, de acuerdo con la activista María Teresa Jaber Pancardo.
Las muertes ocurrieron en hospitales públicos del estado a finales de 2018, último año del período de Núñez, por un desabasto de medicamentos atribuido a la falta del pago del gobierno.
Tres sucesos harían entender la impunidad a Núñez Jiménez:
1.- En las elecciones locales de 2015, las de la mitad del mandato de Núñez, el PRD, el partido en el gobierno, aplastó a la oposición, enviando al cuarto lugar a Morena, que participaba por primera vez en unos comicios tras haber sido fundado por el ahora presidente de la república un par de años antes.
López Obrador acusó al entonces mandatario, a quien él mismo había impulsado para llegar en 2012 a la Quinta Grijalva, de haberse prestado a la mafia del poder del presidente Enrique Peña Nieto, para desfondar a su naciente instituto político.
Núñez le contestó que sabía mucho de él y lo amenazó: “Nos vemos a la salida (de su gobierno)”.
2.- Pero en las elecciones para gobernador de Tabasco de 2018 algo pasó: Núñez no se metió en el proceso, y el candidato de Morena, Adán Augusto López Hernández, en varios actos de campaña le reconoció que estaba siendo respetuoso por abstenerse de apoyar al sol azteca.
Incluso, el ahora secretario de Gobernación prometió que si ganaba la elección propondría que el programa social que desde el DIF puso en marcha la esposa de Núñez, Martha Lilia López Aguilera, se convirtiera en ley; en las auditorías del actual gobierno se encontró que esa dependencia fue donde más irregularidades hubo.
3.- En cuanto López Hernández asumió la gubernatura empezaron a detectarse anomalías en la administración anterior, como la compra a sobreprecio –una parte de esos recursos le quedaron a funcionarios– de un terreno en el municipio de Paraíso que sería para instalar una Zona Económica Especial, la cual se canceló; la compra de un dron en 12 millones de pesos cuando su precio era mucho menor; la adquisición de un helicóptero en 50 millones que nunca llegó a Tabasco.
Por ni uno de estos casos, ni por otra de las irregularidades denunciadas por Adán Augusto, se ha llamado a comparecer ante la Fiscalía estatal a funcionarios de Núñez.
4.- El 23 de agosto de 2019, López Obrador dijo en la 30 Zona Militar de Villahermosa que su gobierno no iba a denunciar a Núñez.