CARTA ABIERTA
La conservación del medio ambiente y los recursos naturales es una de las demandas más exigentes de la sociedad. Por eso el viejo clamor ciudadano para rescatar la Laguna de las Ilusiones, uno de los ecosistemas más emblemáticos de Villahermosa. Tras lustros de abandono e indiferencia por los gobiernos en turno, parece que Yolanda Osuna ha decidido dar un giro de 180 grados y revertir un daño que parecía irreparable.
El primer paso en esa ruta fue la firma, en febrero, de un Convenio Específico de Colaboración con la UJAT. Y el lunes hubo otra andadura con el proyecto de Apropiación y Sostenibilidad, por medio de jornadas de limpieza en sus orillas. El propósito apunta a ser un asunto serio, más allá de la estridencia mediática y el discurso populista. Por eso ha pedido la participación de académicos e investigadores, para que junto con servidores públicos de Centro se inicie la fase del rescate de lo que Osuna ha calificado como “un invaluable tesoro de todo Tabasco”.
Así, se observa que Osuna impulsa iniciativas para detonar el rescate, rehabilitación y reserva de un manto acuífero contaminado por los asentamientos humanos y que estaba a nada de morir. La ciudadanía ha atestiguado muchas adversidades: la aparición de peces muertos, enormes cantidades de basura, turbiedad y falta de oxígeno en el agua, desfogue de aguas negras, construcciones privadas que le han quitado espacio y la desaparición paulatina de su fauna natural.
La depredación por la presencia humana ha sido tal que en los últimos años su superficie ha disminuido al pasar de 259 a 240 hectáreas; y la cifra sigue disminuyendo cada año.
Por eso es que se han puesto acciones concretas, como el arranque de los siete proyectos de rescate y reactivación: Estimación poblacional y evaluación del hábitat del manatí, apreciación social y estado de conservación del cocodrilo de pantano, extracción selectiva y evaluación sanitaria del pez diablo, guía ilustrativa de los grupos más representativos; la salud de los peces mediante estudios básicos de citología y citogenética, apropiación social del conocimiento de los peces y, por último, el uso de la tecnología digital para conocer más el ecosistema.
Para darse una idea de la importancia de los mantos acuáticos en la capital tabasqueña, basta decir que el 35 por ciento de la superficie del municipio está conformada por cuerpos de agua temporales y permanentes. Esto es algo de lo que muy pocas ciudades en el mundo pueden presumir y que, en todo caso, es una suerte de bendición divina (dicho sea con respeto para los no creyentes).
El rescate anunciado por la alcaldesa Osuna es relevante por el equilibrio ecológico en una ciudad con cerca de 700 mil habitantes. Significa revivir un atractivo turístico, tesoro de México, que es todo un emblema social y cultural de los tabasqueños. En 1995 fue declarado Área natural protegida, algo que para los pasados gobiernos fue sólo una anécdota, porque casi la llevaron a su extinción definitiva.
Ahora, los ciudadanos esperan que los cambios sean perceptibles en los próximos meses y que la laguna vuelva a mostrar su mejor rostro. Tan sólo por este logro, la presidenta municipal dejará huella para los próximos años.