Estimados paisanos:
No de ahora, desde hace muchos años, es recurrente la queja, en la plática de café, las reuniones familiares y diálogo entre quiénes nos dedicamos a la vida pública o de liderazgos sociales y civiles, de la penosa situación que prevalece en nuestra ciudad capital Villahermosa.
El abandono de sus colonias, el desorden en el uso del suelo y el caos vial, la inseguridad, el deterioro de la infraestructura urbana, de parques, instalaciones deportivas y centros de recreación; y por otra parte la mendicidad, la pobreza y la marginación social que ha corroído nuestros lazos sociales, más la grave situación en que nos dejó la pandemia del COVID 19 en negocios y hogares, son los temas que en un círculo vicioso tratamos pero no damos un paso hacia delante para salir de el.
Reconozco que en esos encuentros y a veces en los medios de comunicación salen a flote ideas brillantes o acciones de la sociedad que nos devuelven la fe de que el futuro puede ser mejor, pero lamentablemente se quedan solo en eso, en ideas, porque falta darle valor en las políticas públicas a las iniciativas ciudadanas.
También hay los que de todo se quejan, nada les gusta, critican cualquier acción ya sea de gobierno o privada, pero yo no quiero ser parte de estos.
De los que si quiero ser parte, es de aquellos que no están conforme con la situación que guarda nuestra ciudad, que ha perdido el liderazgo en el sureste y necesita de iniciativas para modernizarla y darle un nuevo enfoque a su diseño urbano para hacerla más sostenible.
Nosotros tenemos ante si un gran desafío como una ciudad tradicional para prospectarla al futuro, creando un nuevo modelo en el que podamos preservar y resaltar nuestra exuberante naturaleza tropical y darle una mejor habitabilidad, sobre todo ahora que la tecnología nos permite darle un apretón de tuercas a nuestros espacios urbanos, comerciales e industriales para hacerlos más eficientes y modernos.
Haciendo un poco de memoria y sin el afán de juzgar a nadie en particular, la ambición política le ha hecho mucho daño a las últimas administraciones municipales de Centro, la actual está haciendo su tarea y está tratando de mantener a flote nuestro barco y creo que lo está haciendo bastante bien con el apoyo de los gobiernos federal y estatal, tomando en cuenta la escasez de recursos que dificultan hacer de Villahermosa una gran capital.
A este barco que apenas flota ahora hay que darle un destino y marcar un ruta para llegar a el, para lograrlo tenemos que empezar a hablar entre nosotros y poner sobre la mesa a través
de foros, congresos o talleres acompañados por expertos, todas las ideas e iniciativas locales para discutirlas e identificar proyectos estratégicos y sus probables fuentes de financiamiento, para avanzar hacia un modelo de ciudad inteligente y a la vanguardia de la sostenibilidad, así como para encontrar respuestas a varios retos que nos plantea una ciudad que necesita cambiar.
También hay que echar mano de nuestros aliados naturales: los vecinos, por lo que hay que rescatar y reactivar el ímpetu colaborativo y emprendedor de los barrios con iniciativas sociales que intentan mantener viva a la comunidad y sus lazos sociales, que en mucho puede ayudar para fomentar el vínculo entre la identidad de nuestra gente y el talento joven, la creatividad y la innovación.
Ya no podemos seguir estancados en la negación de un mundo que cambia a cada instante y aceptando cómodamente una realidad que lastima, más bien hay que abrirse a las corrientes de pensamiento que hoy se discuten en muchos ámbitos, en donde países, regiones y estados, están tratando de proyectar el futuro de sus ciudades a 20, 30 y 50 años.
Esta carrera hacia el futuro es lo que está impulsando la participación activa de instituciones globales, fondos de pensiones y fundaciones, gobiernos, el mundo de la academia y especialistas para debatir sobre temas como la planificación urbana, la movilidad social y el papel de la tecnología en el urbanismo.
Todos están compitiendo en esta carrera hacia las ciudades del futuro, nosotros ya no debemos de seguir al margen de este movimiento si queremos recuperar nuestra calidad de vida.
Solo es cuestión de voluntad y tener una fe inquebrantable en que el futuro puede ser mejor, si nos atrevemos a imaginarlo, le ponemos metas y objetivos y nos decidimos a movilizar a la sociedad.
Yo si tengo fe.