CARTA ABIERTA
No hay otra manera de entender la más reciente declaración de Raúl Ojeda. Fue como una especie de enseñanza doctrinal para el director de Fonatur, Javier May, involucrado en el despido de varios funcionarios estatales afines que dieron su respaldo a Claudia Sheinbaum.
El recién electo presidente del Consejo Estatal de Morena habló de no perder de vista que los funcionarios removidos, identificados con el grupo de May Rodríguez, se sumaron al proyecto de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, quien aspira a la candidatura de Morena a la Presidencia.
Luego hizo un diagnóstico de la situación que define lo que en realidad sucedió con el cese de los servidores públicos en cuestión: «Nadie observó ni hizo algún comentario en cuanto a las compañeras y compañeros que mostraron su interés en sumarse al proyecto de mi amigo Javier May. Pero si adicional a eso, en el espacio que te brindaron, te sumas abiertamente a la campaña de quien es, a los ojos de todos, quien va a competir contra Adán y Marcelo, entonces lo lógico es: concéntrate allá”.
Luego vino la sentencia lapidaria que define la cuestión de fondo que dio lugar a todo lo sucedido después de ese apoyo público desde Villahermosa: “Una vez que se pierde la confianza en el ejercicio de gobierno, lo prudente es retirarte o te retiran».
En cristiano, esta frase sugiere que Javier May y el resto de sus seguidores en el gabinete de Tabasco dejaron de ser confiables. ¿Para quién? En primer lugar, para el gobernador Carlos Merino. El mandatario los había ratificado en sus puestos tras la solicitud de licencia de Adán Augusto para irse a la Secretaría de Gobernación. El Capitán bien pudo haber removido a varios de ellos desde el principio, pero no lo hizo.
También dejaron de ser confiables para el secretario de Gobernación, a quien todos los cesados le debían sus respectivos cargos. Y desde luego, dejaron de ser merecedores de la confianza del presidente Obrador, siempre cercano a todos los sucesos en su lugar de origen. Ya se ha dicho, pero no está de más insistir en ello: los cambios en el gabinete de Merino no pudieron darse sin el conocimiento del titular del Ejecutivo nacional. Por la circunstancia extraordinaria que los acompañó.
Aquí podría encajar lo sucedido el 23 de mayo de este año, cuando a Javier May se le impidió el acceso a Palacio Nacional. La prensa de la CDMX lo destacó así: “Javier May, director del Fondo Nacional de Fomento al Turismo, acudió a Palacio Nacional la tarde de este lunes, pero no le permitieron ingresar al recinto. May llegó a las 13:40 horas a Palacio Nacional acompañado de tres funcionarias; sin embargo, tras esperar unos minutos, no se le permitió el ingreso a las oficinas de presidencia. May aguardó unos minutos a que le permitieran el acceso y tras hacer unas llamadas se retiró visiblemente molesto por la negativa. Es de llamar la atención por ser la primera ocasión que se le impide la entrada a Palacio Nacional a un funcionario de alto nivel como May”.
Por lo que se observa, la aparente pérdida de confianza de AMLO en May no es un asunto nuevo; viene de tiempo atrás. El respaldo de sus afines a la jefa de Gobierno pareció derramar el vaso de agua. Por eso cobra relevancia esa sentencia de Ojeda, que, por cierto, es un fuerte aspirante a la gubernatura: “Una vez que se pierde la confianza en el ejercicio de gobierno, lo prudente es retirarte o te retiran».
: QUEDÓ CON LAS GANAS
Un diputado local buscaba relevar al secretario de Gobierno, Guillermo del Rivero.
Usando su gran poder político e influencia, desde un municipio buscó crear una percepción pública de inestabilidad en la política interna de Tabasco.
No le importó perjudicar con ello al gobernador Merino ni a su gran amigo, el secretario de Gobernación.
Por lo visto, quedó exhibido como un exponente falto de madurez e inteligencia política, anteponiendo su interés personal al general.
Guillermo del Rivero seguirá en su función por un largo tiempo más.