El TioVivo
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@Fer_valdesleyva
Goyo fue inquieto y muy echado para adelante, como dicen los políticos. Pocas cosas lo detenían y buscaba con todas sus fuerzas alcanzar sus objetivos. El servicio público le dio oportunidades, pero también se las negó. Quiso ser y hacer más, pero “los tiempos”, esos que manejan las dirigencias por encima de los militantes, no le permitieron llegar hasta donde lo tenía planeado.
El martes por la noche, con el clásico modus operandi del crimen organizado, dos sujetos a bordo de una moto le segaron la vida. Poco se sabe del móvil y por supuesto, de la identidad de los sicarios o de quien haya dado la orden, pero su muerte a todos nos ha consternado.
Hay la promesa de las autoridades de realizar una ardua investigación y de que se haga justicia, pero, realmente, ¿cuantos crímenes similares, sin importar si la víctima es alguien con presencia en el ámbito público, sea político, periodista o empresario, han sido esclarecidos?
Tabasco ha estado en los últimos meses, relativamente tranquilo en cuanto a crímenes de alto impacto se refiere. Luego de la grave crisis que en esa materia se vivió en la administración nuñista y al inicio de la actual, parecía que la tranquilidad del estado había llegado. Cierto que podría catalogarse como un hecho aislado, pero el homicidio de Gregorio Arias, representa una posible vuelta a tiempos que nadie quiere volver a vivir.
La humildad fue siempre un valor que Goyo pregonaba, como una manera de posicionar su imagen. Hoy, con esa humidad, le decimos adiós al amigo. Esperemos que su muerte no quede impune…
Antes de bajarnos del caballito…
La comparecencia del titular de la SOTOP en el programa consentido de la actual administración sirvió para una sola cosa: acrecentar el repudio social a una obra que, como ya hemos dicho, nació muerta. El distribuidor vial, cuestionado por todos, hasta por altos funcionarios del actual gobierno, es más que una obra fallida, es un símbolo de la torpeza.
Su ejecución además de haberle causado daños al erario, puesto que el presupuesto se ha elevado de manera considerable, no ha solucionado uno solo de los problemas que debió haber resuelto, además ha generado mucho encono en la sociedad y ha afectado la vida cotidiana de los usuarios de la vía pública y de los habitantes de la zona en donde se edificó. Pero al parecer, nadie se hará responsable del tremendo fracaso. Con toda impunidad, ejercerán más recursos del erario para (como los gatos) tapar sus errores. Y a pesar de eso, ¡se atreven a proponer una quinta etapa! De verdad que no dan una. Ni hablar…