El TioVivo

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@Fer_valdesleyva

 

Ningún sistema democrático es perfecto. La manera en como las sociedades organizan sus elecciones y determinan quienes serán sus gobernantes, son métodos susceptibles de mejorar y obviamente el que en México se aplica, no es la excepción.

Pensar que una reforma electoral no es viable, implica una visión poco profunda del quehacer público de nuestro país, es claro que hay muchas cosas que cambiar, pero como debe entenderse, todo cambio debe hacerse para mejorar.

Pero tampoco se puede partir del supuesto que todo está mal. Que lo que por años la sociedad ha construido deba ser borrado, para dar un paso en reversa, que les quite a los ciudadanos la posibilidad de ser protagonistas de los procesos electorales y responsables de sus resultados.

El gobierno se ha empeñado en calificar al órgano electoral, al ente autónomo, ese que organizó las elecciones con las que llegaron al poder, como un instituto al servicio de quienes identifica como sus adversarios y a su presidente, Lorenzo Córdova, como el operador de un grupo enemigo de la cuatroté.

Es cierto que Córdova Vianello y Ciro Murayama (el otro consejero atacado un día sí y el otro también por el sistema) no se perciben afines al actual gobierno, pero ellos no están ahí para juzgar a las autoridades, ni dentro de sus facultades constitucionales está el poder realizar acción alguna en contra de los poderes del estado.

Sin embargo, esas diferencias han sido aprovechadas mediáticamente por el presidente, para justificar su reforma que busca, más que otra cosa, un mayor control oficial del órgano electoral. A muchos nos tocó vivir los tiempos de las elecciones a modo, organizadas, operadas y calificadas desde el poder mismo, tiempos en los que la falta de contrapesos, los excesos y el poco interés que esto despertó en la sociedad, permitió que se cometieran arbitrariedades y abusos, eso sí, todos bajo el amparo de una ley a modo.

Hoy lo que la democracia mexicana necesita es un análisis profundo del sistema de partidos, de la posibilidad de una segunda vuelta, en transparentar los recursos que vía “aportaciones” privadas reciben los partidos, acceso libre a los medios de comunicación y sobre todo, que se garantice que ninguna autoridad de cualquier orden de gobierno, intervenga en los procesos.

De eso, debe discutirse, no de banalidades…

Antes de bajarnos del caballito…
En la tierra del presidente no se le da trabajo a las empresas locales del ramo de la construcción. La CMIC denunció que la SEDATU sólo ha considerado a un 3% de constructoras tabasqueñas en las obras que aquí realiza. ¿De quién es el negocio?