LA POSTA
FUMANDO GUARUMO. Las elecciones constitucionales en México se encarecieron por desconfianza en el árbitro electoral y en los políticos que abusan de la escasa educación y cultura del pueblo mexicano condenado a ignorar la tarea de ciudadanos. Después de las elecciones de 1988, la oposición presionó para que el gobierno sacara las manos del proceso electoral por sospecha fundada de fraude cuando el secretario de Gobernación, Manuel Bartlett, como presidente de la comisión federal electoral, inventó la caída del sistema que permitió el triunfo de Carlos Salinas sobre Cuauhtémoc Cárdenas. En 1990, Salinas creó el Instituto Federal Electoral (IFE) que seguía dependiendo del secretario de Gobernación y fue hasta la reforma de 1996 cuando se constituyó en organismo autónomo que en 2014 cambió su denominación a Instituto Nacional Electoral (INE). Después de cada elección, la minoría opositora presentaba iniciativas para evitar el fraude y estas reformas consecutivas inflaron las tareas del organismo electoral hasta convertirlo un ente burocrático más confiable pero muy costoso que en 2018 sancionó y confirmó el triunfo de Andrés Manuel López Obrador. Pordiositosanto.
CHUPANDO FAROS. Estoy de acuerdo con algunos de los puntos propuestos por la reforma electoral, como lo están millones de ciudadanos que no queremos más derroche en partidos políticos, diputados, senadores, ni funcionarios electorales derrochadores en todo el país. Pero: ¿Es necesaria una reforma electoral a un año de que inicie el proceso electoral presidencial? ¿Por qué es el gobierno en funciones y no la oposición la que propone una reforma electoral? ¿Es nuestro el pleito entre el presidente y el INE? ¿Qué les costaba a Lorenzo Córdova y los 10 consejeros electorales más que forman el INE, y a Reyes Rodríguez del TEPJF y seis consejeros más, bajarse el sueldo un peso debajo de lo que gana el presidente Obrador para llevar la fiesta en paz? ¿Por qué el presidente está empeñado en apoderarse del INE? ¿Tendrá temor de que la oposición le arrebate la presidencia en 2024?
DÁNDOLE EL GOLPE. El presidente Obrador percibe 136 mil 700 pesos al mes, aunque no paga renta, ni luz, ni agua, ni transporte, nada en absoluto y hace lo que le da la gana con los impuestos de los mexicanos sin entregarle cuentas a nadie. El presidente del Tribunal Electoral (TRIFE) se embolsa cada mes, 286 mil 500 pesos y Córdova del INE, 240 mil 500 pesos netos más prestaciones. Este pleito entre el presidente y el INE es un pleito barato que nos cuesta muy caro, donde se discute el dinero y el poder, dos males que salieron de la caja de Pandora y andan sueltos. Los del INE, en vez de reconocer que perciben sueldos y prestaciones cual estrellas de rock, se ampararon para mantener sus lujos y privilegios lo que fue catalogado por la opinión pública como un abuso de la burocracia electoral y lo mismo se repite en cada uno de los 32 consejos estatales convertidos en una madriguera de aviadores y becarios plurinominales.
LA CAMINERA. Pero, también los funcionarios liberales que nombró el presidente López Obrador tomaron por asalto las arcas públicas, algunos amparados para seguir disfrutando de los altos sueldos y prestaciones que no desquitan en lo más mínimo por sus tristes y pobres resultados. El presidente de la SCJN, el ministro Zaldívar, 284 mil 500 pesos y los consejeros de la judicatura federal, 286 mil 600 al mes y la justicia por la calle. La gobernadora del Banxico, morenista de hueso colorado, Victoria Rodríguez, 248 mil 500 pesos al mes y amparada para que no le bajen como exige su jefe el presidente y en la misma están sus compañeros del INEGI, INAI, TFJA, COFECE, IFT, etcétera. O sea, los únicos jodidos somos los ciudadanos que vemos como nuestras contribuciones se van por el caño en puros burócratas liberales, ineptos, hipócritas y ambiciosos vulgares, como cita el presidente cuando se refiere a los conservadores. Sea por Dios.