CARTA ABIERTA

La recaptura de Ovidio Guzmán coincidió con la persecución y muerte de Ernesto Alberto Piñón de la Cruz, alias “El Neto”, el líder del grupo criminal Los Mexicles, quien se fugó el domingo de una prisión federal en Ciudad Juárez, tras un motín en el que murieron 17 personas y se escaparon una treintena. La detención del hijo del ‘Chapo’ ocurre también a meses de la captura de Caro Quintero y semanas después de la aprehensión de Antonio Oseguera (hermano de Nemesio, jefe del CJNG).

La detención de Ovidio, pues, no es un hecho aislado. Y es válido preguntarse si acaso López Obrador ha dado por terminada su política de “abrazos no balazos”. Desde siempre, el presidente ha mantenido su convicción de no continuar la guerra contra el crimen organizado, iniciada en la presidencia de Felipe Calderón y continuada con Enrique Peña Nieto. De hecho, en la conferencia de prensa del gabinete de Seguridad del Gobierno Federal donde se confirmó la captura de Ovidio, la secretaria Rosa Icela Rodríguez reiteró que no se busca ganar una guerra, en referencia a “La guerra contra el narco” que inició el expresidente panista.

Falta tiempo para saber si López Obrador ha dado un cambio radical en su estrategia para combatir la delincuencia organizada, lo que no es cosa menor teniendo en cuenta los señalamientos opositores que acusan a su Gobierno de tener nexos con la delincuencia, algo que, por supuesto, el presidente ha negado de manera categórica.

No es exagerado calificar la aprehensión de Ovidio como un parteaguas en el mandato del tabasqueño, porque desde ahora se verán con otros ojos las acciones del Gobierno federal contra los grupos criminales. El Ejército y la Marina han vuelto a tomar el papel desempeñado en las gestiones de Calderón y Peña Nieto: enfrentarse directamente para para descabezar a los líderes de las organizaciones delictivas.

La versión de Palacio Nacional sitúa a López Obrador como el eje de estos recientes golpes al hampa, seguro de tener todo el apoyo de las fuerzas armadas, aceptando la necesidad de cambiar la estrategia seguida hasta hace unos meses. Sin embargo, otras fuentes sostienen que ha sido el Ejército el encargado de convencer al presidente de ello.

Por lo pronto, hay cuatro factores implícitos que rodean la detención del hijo del ‘Chapo’: 1) La llegada de Joe Biden a México, el 8 de enero, 2) la posible presión ejercida por el Gobierno de Estados Unidos para apresar al narcotraficante de fentanilo, 3) el repentino cambio en la decisión del Servicio Secreto del país vecino para aterrizar, ahora sí, en el AIFA, 4) la casi segura extradición del detenido y 5) el respaldo que la opinión pública ha dado a la actuación de las Fuerzas Armadas.

En cuanto a esa supuesta ‘ofrenda’ que AMLO estaría dando a Biden antes de su llegada al país, el canciller Marcelo Ebrard lo ha desmentido con contundencia, asegurando que este fue un operativo que venía planeándose desde el año pasado. Si esto es correcto, entonces se confirma esa hipótesis de que López Obrador ha dado por terminados los ‘abrazos’.

: LA RÚBRICA

“Me terminan y se van”, es la frase metafórica que López Obrador habría dicho a Octavio Romero Oropeza y Javier May en esa intención que tienen ambos de venir a Tabasco para disputar la candidatura al Gobierno. Esas palabras significan que los directores de Pemex y Fonatur pueden irse despidiendo de sus respectivas aspiraciones, porque Pemex no saldrá de su aguda crisis en este sexenio y porque el Tren Maya no será terminado a fines de este año. El grupo de precandidatos a la gubernatura se reduce entonces a Raúl Ojeda, Manuel Rodríguez, Rosalinda López, Yolanda Osuna, Guillermo del Rivero y, posiblemente, Carlos Iñiguez. Como se sabe, Javier May estaba más ocupado en hacer campaña que en terminar el tren, y lo mismo hacía Octavio Romero en Pemex, tanto que hace dos meses corrió el rumor de su inminente renuncia a la empresa pública. Su obligada retirada de la carrera por la gubernatura es, sin duda, una muy buena noticia para el secretario de Gobernación, quien es su adversario interno. Ahora, Adán Augusto tendrá más margen de maniobra para influir en la sucesión estatal. Y pensar que algunos que se dicen sus amigos se desbordaron de alegría cuando creyeron que Romero Oropeza venía a hacer campaña en el Edén. Las redes son testigos de ese transfuguismo.

 

Por Jorge Núñez

Periodista nacido en Villahermosa, Tabasco. Ha sido reportero de los diarios Contacto y a. m. de León, Guanajuato, además de Tabasco Hoy y Milenio Tabasco. También estuvo como jefe de la oficina del diario Correo de Guanajuato en la ciudad de León. Fue jefe Información de Diario Presente. Ha cubierto campañas presidenciales y a la gubernatura. Desde hace doce años es autor de la columna CARTA ABIERTA, publicada en varios portales electrónicos Twitter: @jorgenunez63