CARTA ABIERTA
El director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, se ha retirado de la carrera sucesoria por la gubernatura de Tabasco. Con ello, ha arrastrado a Javier May, su amigo y parte de una misma corriente política interna en Morena.
En entrevista con Telerreportaje, Emmanuel Sibilla le ha preguntado si Pemex requiere hoy de un director general de seis años. A ello, el funcionario ha contestado de manera afirmativa, señalando que la administración pública en general requiere servidores de tiempo completo.
Emmanuel ha insistido en que hace mucho tiempo Pemex no cuenta con un director de seis años, a lo que Octavio Romero, con una sonrisa nerviosa, también le ha dado la razón.
Admite Romero que cuando no hay servidores públicos de tiempo completo se le quita “continuidad a las cosas y a veces ni seis años alcanzan”. Y señala que muchos cambios en una dependencia “no ayudan”.
El locutor no quita el dedo del renglón. Le inquiere si él se ve como un director de Pemex de seis años. El entrevistado responde: “Yo me veo cumpliendo con un proyecto que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador”.
Por lo que se infiere de sus palabras, Octavio Romero se quedará hasta el fin del sexenio presidencial. La responsabilidad que le han dado es mucho más grande que su aspiración a gobernar Tabasco.
López Obrador sabe que la gubernatura está prácticamente en la bolsa, según marcan todos los sondeos conocidos. Por eso no le preocupa quién será el candidato o candidata. Al que pongan ganará, no con facilidad, pero sí con cierta holgura.
Al sobrar aspirantes al gobierno de Tabasco, el presidente define prioridades. Y una de ellas es terminar lo mejor posible su mandato a fin de que sus resultados ayuden a volver a ganar la presidencia del país.
Por eso, a AMLO le preocupa más, mucho más, que Octavio entregue buenas cuentas en Pemex, una empresa pública hundida en números rojos y con un sinfín de problemas sin resolver. Dejar, pues, que su amigo cercano deje la dirección de Petróleos Mexicanos a estas alturas del partido, a la deriva, no parece estar en sus planes.
Por eso es que Romero se quedará los seis años en Pemex, a terminar la tarea que le ha conferido su mentor político.
Esta decisión ha arrastrado también a Javier May. El director de Fonatur tiene el enorme reto de concluir el Tren Maya. Ya no en tiempo, porque no será entregado a fines de este año, pero sí en forma (quizá a fines de 2024).
Al igual que su amigo Octavio en Pemex, Javier May es rehén de las mismas circunstancias: estar al frente de una tarea prioritaria para el destino de la 4T y del presidente en particular. Como en el mismo caso del director de Pemex, nadie se lo imagina renunciando a un inacabado Tren Maya para venir a competir por la candidatura al gobierno estatal.
Por si faltara algo, Oropeza y May son parte de la misma corriente política interna en Morena que rivaliza con la representada por el secretario de Gobernación, Adán Augusto López. Por eso, esa renuncia anticipada de Octavio por la gubernatura, sumada al caso similar del director de Fonatur, ha caído de plácemes en el Palacio de Cobián.
Ahora mismo, en los términos de la actual coyuntura política, Adán ha tomado el mando de la sucesión tabasqueña, con varias cartas a la mano. Si bien la decisión final será tomada por López Obrador, la mayoría de los aspirantes que ha quedado es afín al titular de la Segob: Rosalinda López, Yolanda Osuna, Raúl Ojeda, Guillermo del Rivero, Carlos Iñiguez y Manuel Rodríguez González.
El único que podría arrebatarle esa prerrogativa a Adán Augusto sería Andrés Manuel López Beltrán, el hijo del presidente. Hasta ahora, ‘Andy’ no ha dado visos de querer meterse en la sucesión, pero nadie asegura que no busque hacerlo más adelante.
Por lo pronto, el llamado ‘Grupo May’ se ha apartado de la carrera. No porque así lo haya querido, sino porque el tiempo de cumplirle al presidente se les vino encima. Octavio y Javier han quedado, pues, como rehenes de sus respectivas responsabilidades de interés nacional.