VINO TINTO. Los buenos deseos de año nuevo prácticamente concluyeron con la rosca de reyes. Todos enviamos a familiares y amigos nuestros mejores deseos, como dice la canción: salud, dinero y amor. Como deseos subyacentes para cada uno de la trilogía están: bajar de peso, éxito en los negocios y amar y ser amado. Los cardiólogos recomiendan realizar ejercicios físicos, darle fuerza al corazón para que mantenga su buen ritmo. Agregaría que hay que ejercitarlo con sentimientos, emociones y alegría, pues con esos ejercicios se agita y acelera como si uno corriera la milla a paso veloz. Las fiestas de fin de año, nos dieron la oportunidad de ejercitar el corazón remendando, en el mejor de los casos, cualquier agravio, temor o duda. Mi particular deseo es mejorar y ampliar las relaciones personales, estar más cerca de mis familiares y amigos, suficiente tarea para todo el año. Pordiositosanto.
VINO BLANCO. En cuanto al objetivo de esta columna del misterio, el primero de los deseos inconfesables para este año que comienza es que por la virgen santísima terminen los despropósitos de la política surrealista en este país. Por el bien de México, de Tabasco, por el bien de todos, termine el choteo de reformas y contrarreformas; que los legisladores federales, estatales y allegados no arremetan contra el pueblo que los eligió callando los desacuerdos con el poder ejecutivo, como ha sucedido en los últimos cuatro años del gobierno de la 4T. Juro por mis antepasados que no podría ser representante del pueblo y al mismo tiempo arremeter en su contra como ha sucedido hasta ahora con los diputados y senadores morenistas y afines.
VINO ROSADO. Insisto en el deseo en que los que se dicen políticos hagan política empezando por el presidente del país, que busquen el bien común como lo marca el concepto, que gobiernen para todos, no solo para sus simpatizantes y fanáticos y administren el presupuesto con inteligencia y valor democrático pues el dinero de los contribuyentes debe ser para beneficio de todos. No basta con ser honestos para gobernar o administrar, también se requieren inteligencia, talento, sentido común, conocimiento, tolerancia y de ser posible, sabiduría. Todos esos atributos no son fáciles de conseguir en una persona, lo podemos constatar en el caso del mismo paisano presidente Andrés Manuel López Obrador quien tiene muchos atributos, pero también serios defectos que le llevaron a desperdiciar la oportunidad de unir a todos los mexicanos.
LA CAMINERA. AMLO es un excelente operador, sabe ganar elecciones, tiene toda la escuela del PRI corregida y aumentada. El golpe maestro de los programas sociales para garantizar permanentemente el apoyo del voto duro de los más necesitados del país que son mayoría, aunque a un costo muy alto, lo coloca como un genio de la política electoral. Depuró la manipulación de las autoridades hacendarias y de los organismos judiciales para descontar y mantener a raya a los opositores, más que por un principio de justicia, por motivos electorales. Todo lo que planea el presidente tiene siempre un motivo electoral. Cínico por naturaleza, reveló hace una semana que el verdadero motivo de apoyar a los pobres es garantizar el voto duro para fortalecer la permanencia de su partido político en el poder. Y una mentira repetida miles de veces termina por ser aceptada, basta con que lo diga el presidente para que sea verdad, como esas de que se acabó la corrupción en el gobierno o que lo sucedido en el Metro de la CDMX son actos de sabotaje provocado por los conservadores. Pedirle al presidente y sus amigos de la 4T que cambien, es un deseo imposible, tanto o más, que el deseo de bajar de peso. De cualquier modo, lo anotaré en mi canasta de buenos deseos para 2023. Sea por Dios.