CARTA ABIERTA
En la oposición tabasqueña sucede algo curioso: prácticamente nadie quiere ser candidato a la gubernatura. Es decir, todos esos afanes públicos de algunos son distractores para apuntar a una plurinominal en el Congreso federal o local.
La respuesta a esa negativa radica en algo muy simple: la propia aceptación de que será casi imposible quitarle la victoria a Morena en 2024.
El ejemplo más claro es lo sucedido recién con Juan Manuel Fócil. Cuando Jesús Zambrano vino a destaparlo como el abanderado del PRD a la Quinta Grijalva, su posterior reacción fue parca al decir que aún nada está dicho, que esa es una decisión conjunta por parte de los tres partidos miembros de la Alianza opositora: PRD, PRI y PAN.
Es decir, lejos de alegrarse por el respaldo de su dirigente nacional, un resabiado Fócil actuó con desdén y hasta con molestia porque su principal propósito es reelegirse en la Cámara Alta por la vía de la representación proporcional.
Algo similar pasa en el PRI. No se ve que se diga mucho, mucho entusiasmo entre las tres cartas que se han mencionado con más insistencia: Soraya Pérez Munguía, Erubiel Alonso y Pedro Gutiérrez. Sobre todo en los dos primeros casos, está clara su maniobra de ir por una plurinominal. La cardenense quiere regresar al Congreso federal y el dirigente nacional del Movimiento Territorial va por un espacio similar en lo nacional o local.
Lo cierto es que ninguno la tendrá fácil, porque hay un influyente grupo de barones exigiendo la apertura de espacios para evitar que sean los mismos de siempre quienes se estén repartiendo el pastel cada ciclo electoral.
A diferencia del PRD, donde se dice y se hace lo que Fócil manda, en el PRI se enfrenta un reto enorme para el dirigente Dagoberto Lara: consolidar una candidatura sólida al Gobierno, mientras al mismo tiempo abren oportunidades a aspirantes diferentes. Todo ello sin generar rupturas internas.
Aquí es obligado hacer un paréntesis, ya que el caso de Dagoberto se cocina aparte. Como se sabe, ‘Alito’ le puso en bandeja de plata la oportunidad de ser candidato plurinominal, pero declinó el ofrecimiento para hacer valer su promesa de campaña por la dirigencia, cuando juró no ocupar un cargo de elección mientras estuviera en su puesto. Lejos de molestarle, Alejandro Moreno tomó ese gesto como un acto de congruencia que casi nadie realiza estando en el poder.
Por lo demás, es obvio que la Alianza opositora en Tabasco requiere ahora, más que nunca, de una gran madurez y responsabilidad de sus barones. En todos los casos, los priistas tendrán que mostrar de qué están hechos para dejar de lado sus intereses personales y solidarizarse con los objetivos generales de darle una batalla digna al partido guinda.
Lejos de verla como un castigo, la candidatura al gobierno de Tabasco debería ser todo un honor, una distinción que pocas veces se alcanza en una carrera política. Asumir esa responsabilidad no será cosa menor. Y, quién sabe, quizá en uno de esos episodios extraños de la política resulta en un triunfo electoral no esperado.
Que alguien le diga esto al senador perredista Juan Manuel Fócil y a uno que otro priista, porque ardilosos como son buscan irse cómodamente a una pluri, dejándole tirado el changarro a los tontos que se dejen. Ignoran que hacer esto es traicionar a sus propios partidos y a la Alianza. Los militantes se los reclamará y la opinión pública los señalará cuando llegue el momento oportuno.
: LA RÚBRICA
Afinando el equipo rumbo a 2024, cientos de miembros de la Red de Amigos, encabezados por Vicente Morales y Luis Manuel Ruiz, entre otros liderazgos importantes en todo Tabasco, convivieron en la Quinta Malagón hace algunos días. Ellos mismos estuvieron al lado de Adán Augusto, apoyando su candidatura al Gobierno en las elecciones de 2018, organizando el acto más concurrido de campaña, en la explanada de prolongación Sandino, frente a Altabrisa. La duda presente es a cuál de los precandidatos morenistas a la ‘grande’ respaldarán el próximo año.