LA POSTA
UNA DE GORRA. Buscando al hombre más cicatero de Tabasco me encontré con don Masho Robles, personaje duro como su mismo apellido, no le entra ni un clavo de concreto en su corazón de madera incorruptible. Este viejo carcamán, sin esconder su desdén ribereño, me dijo que lo fifí no quita lo cicatero y me dio una lista inacabada de hombres y mujeres de la clase política dorada que adoran la cultura de la austeridad que los lleva a buscar el ahorro en todo lo que no les afecta a ellos, aunque perjudique a los demás. Hay otros personajes políticos que se confunden con cicateros, pero si nos apegamos al significado de la palabra, de que un cicatero escatima lo que da o lo que gasta, estos no entran en esa definición, pues van más allá, no dan ni la hora y no gastan ni en lo que se comen, son miserables. Pordiositosanto.
OTRA BIEN FRÍA. Los políticos cicateros viven como Adán y Eva (en el Paraíso no hay apellidos). Esta primera pareja no se fatigaba para comer, vivía de la recolección, en el edén todo era regalado, conseguido sin esfuerzo, bastaba con estirar la mano y ya, perdonen el mal ejemplo, algo así como la dulce vida de los habitantes de la residencia oficial de Los Pinos en tiempos pasados, o en la actualidad los del Palacio Nacional, los de la Quinta Grijalva, la Casa Jalisco y todas las residencias oficiales de los gobernadores mexicanos sin dejar de considerar que cualquier alcalde de los 2 mil 500 que hay en el país, también gozan de ese privilegio. Regularmente los altos burócratas, con algunas excepciones, son cicateros con la gente que les pide ayuda, pero muy generosos con ellos mismos.
UNA Y UNA. Usted dirá a qué tanto argüende; se trata precisamente de reconocer que existe en México una clase política gobernante a la que todo se lo paga el gobierno, una casta que vive en otro mundo, que derrochan el presupuesto en sus gustos y caprichos, que no sienten el rigor de los precios sobre sus espaldas; privilegiados que ignoran las necesidades de millones de gobernados y toman decisiones políticas descabelladas que incrementan el desempleo, el subempleo y la economía subterránea. Recientemente se anunció que Banco Bienestar se encargará del manejo de las cuentas del gobierno federal. Aunque los banqueros no son santos de mi devoción por las altas comisiones que cobran, no puedo dejar pasar que esta medida reducirá la actividad bancaria comercial y con ello vendrá el recorte de personal en muchas instituciones bancarias provocando más desempleo en este sector de la clase media.
Y LA CAMINERA. Lo que no acabo de entender es por qué don Masho Robles, ilustre cicatero regiomontano, anotó en la lista de cicateros tabasqueños empedernidos al presidente López, al gober, Adán Agusto; al interino, Merino (verso sin esfuerzo) y a varios ex priistas linajudos que al parecer dieron el cambiazo de generosos a cicateros con el solo hecho de ingresar a Morena como es el caso de Raúl Ojeda, Yoli Osuna, David Gustavo, Santandreu, Chucho Alí, Castillejos, Marcos Rosendo, Egla, Chicho Oropeza, Gochicoa, Del Rivero, la Somellera, Ariel Cetina, Pepe Chablé, Jaime Lastra, Emilio Contreras, Concha y Toro, etcétera. Tal parece que detrás de la sedicente austeridad institucional, se esconde una lóbrega y emborrachadora cicatería. Sea por Dios.