CARTA ABIERTA
Más allá del tema de la lealtad, que de por sí es un atributo devaluado entre los políticos actuales, Javier May Rodríguez debería pensárselo dos veces antes de dejar la alcaldía de Centro en manos de un Jesús Alí de la Torre que se ha registrado ya como aspirante de Morena al cargo.
En principio, el exdelegado del Infonavit no tuvo empacho en darle la espalda a quien le había tendido la mano para ese cargo: Adán Augusto López. Justo cuando la pugna May-Adán estaba en su punto más álgido en la disputa por la candidatura al gobierno estatal, Alí no vaciló en abrazar públicamente al adversario de su supuesto amigo, que recién había perdido las encuestas presidenciales ante Claudia Sheinbaum.
Es decir, ese respaldo público de Chucho a May no fue un acto de valentía, definición o arrojo. Por el contrario, fue como darle patadas al amigo caído en desgracia política, sabiendo que no había nada que temerle. Todo mundo en Morena sabe que tras perder ante Yolanda Osuna la candidatura a la Alcaldía, Alí pasó al ostracismo en todas sus formas. Y fue precisamente el entonces todopoderoso gobernador López Hernández quien lo rescató.
El caso de Alí debería llamarle la atención al próximo gobernador de Tabasco, porque es muy factible que lo hecho a Adán Augusto se lo repeta a él en una situación de coyuntura política similar. Y, vaya, es que al menos la mayoría de los ‘adancistas’ se mantuvo en los terrenos de la fidelidad, a pesar de que su líder había perdido terreno. Mientras estos se mantenían en las directrices de la congruencia, sin caer en los bandazos descarados, en los traidores privaba el oportunismo en la más ruin de sus formas.
Pero es que además hay muchos episodios similares que rodean la trayectoria del expriista, tantos que el espacio sería insuficiente para relatarlos. Por lo pronto, May tendría que recordar lo sucedido tras la gestión de Alí al frente del Municipio, allá por 2013.
Bajo el gobierno del entonces perredista Humberto de los Santos Bertruy, Cuauhtémoc Muñoz Caldera, suplente de Jesús Alí de la Torre como edil interino de Centro y otros siete ex funcionarios, fueron inhabilitados para ocupar cargos públicos por dos y hasta siete años, señalados por malversación de fondos de un empréstito de 460 millones de pesos solicitado por su gobierno entre 2010 y 2012.
Por ese entonces, Alí también fue demandado penalmente ante la delegación de la PGR por el incumplimiento de la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para demoler el gimnasio Sport City. William López Ascencio, representante legal de María de Pilar Herrera y Héctor Aceves, promovieron la demanda en contra de las autoridades municipales, por daños y perjuicios tras autorizar construir el inmueble en suelo de uso habitacional. De acuerdo a los demandantes, Alí de la Torre y sus funcionarios hicieron tretas legaloides para evadir el cumplimiento a la sentencia de la Corte para derribar el inmueble.
En un caso más de los muchos surgidos en su caótica gestión municipal, el empresario de teléfonos celulares, Jorge Tovar, acusó de extorsión a tres de los principales colaboradores del para entonces candidato del PRI a la gubernatura.
En junio de 2012, Tovar señaló al excoordinador de Fiscalización y Normatividad del Ayuntamiento, Jorge Broca Morales; al subcoordinador Rubén Moscoso Pintado y al supervisor Alejandro Guillén, de exigirle 50 mil pesos mensuales por permitir que continuara operando cinco módulos de su negocio en el Centro Histórico de Villahermosa.
Estos son algunos antecedentes tomados de la hemeroteca pública que por sí mismos deberían descartar a Chucho Alí de cualquier aspiración a gobernar otra vez la capital tabasqueña o, incluso, aparecer en las boletas electorales bajo las siglas de Morena.
Se sabe que Javier May es una persona agradecida y de buena fe. Por lo mismo, en su búnker deben analizar el caso y actuar con sentido común. Más, sabiendo que el próximo gobernador no tiene necesidad de involucrarse en desgastantes labores de purificación.