Tiempo de Política

En mi caminar periodístico de más de 40 años observé la terminación de los sexenios de siete presidentes: de los priistas José López Portillo, Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce León; de los panistas Vicente Fox Quezada Y Felipe Calderón Hinojoza, y el regreso temporal del tricolor con Enrique Peña Nieto.
Con el morenista Andrés Manuel López Obrador completaré ocho salvadores de la patria con diversos lemas:
“La solución somos todos” de JLP; “Arriba y adelante” de LEA; “La renovación moral” de MMH; “Que hable México” (los perredistas no eran mexicanos, porque “ni los veo ni los escucho”, decía cínicamente Salinas después de robarle con fraude la Presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas); «Bienestar para tu familia», de EZPL; «El voto del cambio» de VFQ; «El presidente del empleo» de FCH; «Mi compromiso es contigo» de EPN.
Si sumamos estos compromisos de incluir a todos, de nueva moral, de escuchar al país, de bienestar, del cambio, del empleo y del compromiso con la gente, México estaría desde el 2018 a la par de los países escandinavos en su calidad de vida.
Por lo tanto, muy pocos de los 30 millones de mexicanos que votaron por AMLO le habrían hecho caso al tabasqueño con su lema central de «Juntos haremos historia», y luego “por el bien de todos primero los pobres”, y más luego prometiendo un “estado de bienestar”, con un » Cambio verdadero».
Los países desarrollados se ocupan del individuo “de la cuna a la tumba”, pero hacer lo mismo en los países latinoamericanos con más de la mitad de su población en la miseria, con programas sociales, es “populismo”. La salud y la educación debían estar en el mercado, como mercancías, no como derechos humanos.
Lo “correcto” en México durante el salinato fue destinar recursos de la renta nacional para el rescate de los bancos privados con el Fobaproa; Lo que ahora mismo hace Milei en Argentina de pasar la deuda de las grandes corporaciones a deuda pública, a costa de quitar todo subsidio a las clases en miseria total.
¿Ya se olvidaron las frases de De la Madrid a Peña Nieto?: “Ajustes dolorosos, pero necesarios”, “Medidas económicas de saneamiento financiero”, “Para repartir la riqueza, primero hay que crearla”. Y en el inter que se convirtió en un cuento chino, generación tras generación se aplicó la ley del embudo en favor de la elite empresarial y política que terminó fusionándose para crear la plutocracia, al borrar la frontera entre el poder económico y el poder político.
Al concluir el quinto año de su administración, le llegó el turno a ser evaluado en tiempo real, in situ, al tepetiteco Andrés Manuel López Obrador, antes de que se nos vaya a su lejana quinta en Palenque.
Sobre el Estado de Bienestar, natural en países de Escandinavia, pero “populista” en México para panistas y Xochitl Gálvez, la mayoría, 8 de 10 mexicanos, lo aprueba porque atiende a los sectores de escasos recursos, incluyendo a los centenariamente marginados pueblos originarios: adultos mayores, estudiantes, discapacitados, campesinos, jóvenes, etc.
A la clase media y a las empresas de todos los tamaños les ha favorecido la estabilidad económica, al no aumentar ni crear nuevos impuestos, con el dólar a 17 pesos, sin gasolinazos, una inflación controlada, inversión extranjera récord y la relocalización de industrias foráneas en territorio nacional.
Sobre las grandes obras ahí están los dos aeropuertos, el AIFA y el de Tulum; la refinería “Olmeca” de Dos Bocas que en su construcción generó decenas de miles de empleos en Tabasco y en su próxima operación contribuirá a la soberanía energética del país para revertir el 80 por ciento de importación de combustibles; la conclusión del tren CDMX-Toluca, inconcluso del sexenio de Enrique Peña como decenas de hospitales y otras obras; la construcción desde cero de los trenes Interoceánico y el Maya.
Se ha hecho mucho ruido sobre el tren Maya por los obstáculos que presentaron falsos ambientalistas, pero el Interoceánico será económicamente más importante para el país.
La reciente inauguración del tramo Campeche-Cancún del Tren Maya será el detonante de desarrollo para los cinco estados del sureste, incluido Tabasco cuyo gobierno de -o quien mande- Carlos Merino- está totalmente dormido en ofrecer infraestructura de atracción turística para los millones de visitantes que arriban anualmente a la Riviera Maya.
Presidentes priistas y panistas emplazaron siempre su evaluación sexenal con la frase “La historia me juzgará”, para postergar “oficialmente” la condena “real e inmediata” de la generación que los padeció.

TIEMPO FUERA.- Los principales dos trenes serán las vías donde rodará la evaluación del sexenio obradorista, concretamente para los marginados estados del sureste: Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán (salvo Mérida) y Quinta Roo (salvo la Riviera Maya).