CARTA ABIERTA
Recién, el dirigente priista Dagoberto Lara advirtió que no se tolerarán agandalles en la designación de los candidatos a cargos de elección popular. La declaración llevó un mensaje a quiénes podrían querer pasarse de listos, buscando seguir desplazando a militantes que tienen más merecimientos para estar en las boletas.
¿A qué tipo de gandallas se refiere el mandamás de 16 de Septiembre? Nadie lo sabe con certeza, pero a juzgar por lo que se comenta en ‘radio pasillo’ hay varias señales que podrían desnudarlos ante los priistas.
Una de estas señales es la proclividad a engañar con una sonrisa; esto es, usar la verborrea para engatusar a cualquier ingenuo dentro del partido, más si este es un recién llegado a Tabasco. Se venden como los mejores estrategas electorales, cuando toda su vida han sido perdedores de elecciones.
Estos gandallas traicionan a menudo, por no decir que siempre. En todo momento están creando divisionismo y confrontación, buscando salir siempre airosos en beneficio de sus intereses particulares. Les gusta mucho el dinero, tanto que han vendido al partido al gobierno en turno cuando han tenido la oportunidad.
Usan su supuesto carisma para engañar y desconocen la lealtad. Organizan asonadas internas y diseñan intrigas para estar siempre en los primeros planos del poder.
Hay otro tipo de gandalla. Aquel que viendo siempre por su interés particular, jamás se sacrificará por el PRI. Quieren todo peladito y en la boca. No les gusta caminar a ras de tierra, por lo que en todo momento buscan aparecer como plurinominales. Que no les hablen de enarbolar una causa que parece perdida, ya que responderán con una sonrisa burlona de manera negativa.
Son los gandallas que buscan imitar la fórmula de Samuel García y Mariana Jiménez en Nuevo León, es decir hacerse populares sólo por medio de las redes sociales y con un montón de cargos nacionales que nadie en el tricolor sabe en qué diablos ayuda al crecimiento del partido en el Edén.
Son excelentes oradores, buenos polemistas y hasta inteligentes; pero no les gusta sudar la camiseta. Son los políticos gandallas de escritorio, que no salen del aire acondicionado de sus oficinas y que, además, se dicen amigos de quienes en realidad toman las decisiones en la Ciudad de México.
Y está el tercer tipo de gandalla: el que nunca ha puesto un peso de su bolsillo para ayudar a la operatividad del partido en estos largos años de crisis. Pero no sólo eso, que ya es grave; sino que tienen la desvergüenza de no pagar sus cuotas. Y aún así son los primeros en meter la cizaña al interior de las siglas.
El caso es que estos gandallas son los que buscan desplazar a priistas que se han roto el lomo en los últimos años que han sido los más difíciles, por estar fuera del poder en la Presidencia y la Gubernatura.
Estos gandallas odian a los priistas de carne y hueso, a los que en realidad atraen votos a ras de suelo. Los odian porque no pueden llegarles a esa capacidad de mimetizarse con la gente de a pie, porque no son queridos como ellos, y porque no creen que la política sea para servir a los demás.
Estos gandallas odian a los tricolores de carne y hueso porque los ven como unos románticos trasnochados, unos viejos añorando una vieja manera de hacer política que, a su juicio, ya no tiene cabida en una época donde el cinismo, las traiciones y la falta de palabra son la norma.
Los detestan porque han sido leales al partido a pesar de los pesares, manteniéndose a pie firme en la trinchera que tanto les dio en su momento. No pueden comprender lo que, en su idea, es una sensiblería para los débiles de carácter. Y lo odian porque, en su mente enferma, les están quitando sus posibilidades de avanzar en sus jóvenes carreras políticas.
Esos tres tipos de gandallas son los que están hundiendo al PRI en Tabasco, y son los que quieren seguir apareciendo en las boletas en junio de este año. Quién sabe si el dirigente Dagoberto Lara se refería a estos ‘respetables’ señores y señoras cuando declaró que no se permitirían agandalles en la asignación de las candidaturas.
Con seguridad no se refería a nadie en particular, pero dejó ahí el simbolismo de advertencia para quien desee ponerse la chaqueta. Lo bueno de todo esto es que Dagoberto cuenta con el apoyo del delegado nacional, Alonso Pacheco Ucán, un político de colmillo retorcido que sabe muy bien cómo están las cosas en el priismo tabasqueño. Ambos han formado una dupla que está dando buenas noticias al dirigente nacional, Alejandro Moreno, como lo demostró el éxito en la reciente gira de Xóchitl Gálvez en Villahermosa.