Tiempo de Política
Luis Carlos Ugalde Ramírez fue presidente del Instituto Federal Electoral (IFE) entre 2003 y 2007 y le correspondió organizar la elección más competida de la historia de México en 2006, cuando Andrés Manuel López Obrador perdió, oficialmente, por solo 250 mil votos y ganó, “haiga sido como haiga sido”, Felipe Calderón Hinojosa.
El actual consultor sobre temas políticos narró que en un país europeo solo pedían el nombre para entregar la boleta electoral.
El diálogo entre un miembro de la comitiva mexicana y un funcionario electoral local, explica que no somos un pueblo tan honesto como se pregona y sí tenemos uno de los sistemas electorales con más candados y más caros del mundo:
-¿Por qué no le pide su identificación?
-¿Y para qué?
-Para corroborar que es la persona que dice que es.
-¿Y por qué habría de mentir?
– Por lo menos para saber que pertenece a este distrito electoral?
-¿Y por qué no viviría donde dice?
Llevamos poco más de 500 años de conformación de nuestro México actual, con 300 de colonia y 200 con un subdesarrollo democrático simulador de elección de nuestras autoridades.
Decir que con el triunfo de Morena en la Presidencia de la República se alcanzó la madurez de edad democrática, es una falacia. Debido a que las circunstancias históricas obligaron al naciente partido, que reconoce aún ser solo un movimiento, abrir las puertas de par en par para dar cabida como mal necesario a cuadros priistas, perredistas ex priistas oportunistas que migraron en su mayoría con su costal a cuestas de mañas y malas prácticas democráticas hacia la nueva marca ganadora.
Viene este contexto para entender la minoría de edad cívica, política, electoral, que la ley le confiere al ciudadano mexicano que no debe escuchar de funcionario, autoridad alguna, un llamado, siquiera una insinuación en favor del partido al que pertenezca en un proceso comicial.
Ese “pecado electoral” lo cometió este domingo (un día no laborable) el gobernador de San Luis Potosí de filiación verde, Ricardo Gallardo, al afirmar ante el presidente Andrés Manuel López Obrador que “la alianza del, PVEM, Morena y PT arrasará en las elecciones de este año”.
Este lunes en su mañanera el presidente se deslindó y expuso una perorata de malas prácticas históricas del prianato, no aplicable en el caso concreto de la afirmación del mandatario potosino, que solo justifica y avala la minoría de edad que la legislación mexicana establece.
Nadie discute, aunque la practican ilegalmente todos los partidos en el poder en cualquiera de los tres niveles de gobernó, la ilegalidad de distraer personal y destinar recursos materiales y financieros a sus partidos, más allá de las prerrogativas oficiales de los órganos electorales.
Si partimos del hecho que toda elección es una evaluación del gobernante y sobre todo del partido que lo postuló, sus resultados positivos o sus fallos deben ser la medida de esa aprobación o desaprobación.
Sin embargo, amordazar a autoridad alguna del partido que sea para evitar hablar bien de sus obras y en consecuencia favorecer a su partido con una propaganda moral, es un determinismo de que los ciudadanos son incapaces de dirimir lo que se hizo bien y lo que no se cumplió por el gobernante y en consecuencia el partido deberá sufrir las consecuencias en las urnas.
Este no es un asunto legal, sino moral y de ética de la actividad pública que se le niega al ciudadano para decidir si un partido debe o no continuar en el poder, al finalizar cada período de funciones o dentro del mismo que ahora ya concede el referéndum.
Así o más claro por qué los propagandistas electoreros consideran al ciudadano como un idiota al recomendar ganar una elección “con una frase pegadora”.
TIEMPO FUERA.- ¿Y los proyectos de nación, los modelos económicos para los estados, los compromisos con metas, las promesas viables para ser evaluadas en un eventual referéndum?. Esos son accesorios secundarios en una campaña electoral, para menores de edad política, claro.