CARTA ABIERTA

El anuncio del gobernador electo de Tabasco, Javier May Rodríguez, respecto a la conformación de su futuro gabinete subraya un compromiso claro con la filosofía de su mentor político, el presidente López Obrador.

El Tren ha reiterado su intención de rodearse de personas apasionadas y comprometidas con Tabasco, destacando que los integrantes de su gabinete serán «servidores públicos con alto sentido de responsabilidad, de trabajo, de amor a la gente». Este enfoque, que prioriza la honestidad sobre la experiencia, remite directamente a las declaraciones de López Obrador al inicio de su sexenio, donde enfatizó que la integridad es más valiosa que la experiencia técnica.

López Obrador afirmó entonces que prefería funcionarios con «90% de honestidad y 10% de experiencia», una fórmula que refleja su convicción de que la corrupción es el mayor obstáculo para el desarrollo de México. Esta postura, aunque audaz, plantea preguntas cruciales sobre el balance necesario entre la integridad moral y la competencia técnica en la administración pública.

La apuesta por la honestidad como principal criterio para la selección de funcionarios tiene implicaciones profundas y potencialmente complejas. En un contexto donde la corrupción ha erosionado la confianza pública, promover la integridad puede restaurar la fe en las instituciones gubernamentales. Sin embargo, la eficiencia y efectividad del gobierno también dependen de la capacidad de sus funcionarios.

El desafío para el próximo gobernador morenista radicará en encontrar un equilibrio que permita no solo un gobierno honesto, sino también competente. La administración pública enfrenta problemas multifacéticos que requieren habilidades especializadas y experiencia concreta.

El enfoque de May en su gabinete refleja una visión de gobierno centrada en la honestidad. Estos valores, aunque esenciales, deben ser complementados con la competencia técnica para asegurar una gestión efectiva y eficiente en favor de todos los tabasqueños.

 

:LA RÚBRICA

Las declaraciones de Humberto de los Santos Bertruy, excandidato del PVEM a la alcaldía de Centro, han causado un rechazo unánime de la opinión pública. Bertruy acusó a Morena y al gobierno municipal de haberle robado la elección del 2 de junio, alegando una «estafa política» sin presentar una sola prueba que respalde sus afirmaciones. Este comportamiento, lejos de ser un acto de valentía política, se asemeja más a la estrategia de un mal perdedor que intenta cubrir su incompetencia y falta de apoyo popular. En cualquier sistema democrático, las acusaciones de fraude electoral son graves y deben estar respaldadas por evidencia sólida. Sin embargo, en su entrevista en Telereportaje, no aportó ninguna prueba concreta que sustente sus afirmaciones de fraude. En lugar de ello, recurrió a generalidades y acusaciones vagas sobre la utilización de recursos públicos, la compra de votos y la coacción de empleados del Ayuntamiento de Centro. Estas declaraciones, sin evidencia tangible, carecen de credibilidad y no contribuyen a la construcción de un diálogo democrático saludable. En lugar de aceptar los resultados democráticos, busca deslegitimar el proceso electoral para justificar su derrota. Esta estrategia es peligrosa, pues socava la confianza en las instituciones democráticas y polariza aún más a la sociedad. La diferencia de 105 mil votos en su contra, según el conteo del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, es significativa y difícil de atribuir únicamente a irregularidades sin pruebas convincentes. Más allá de las acusaciones infundadas, es crucial examinar el desempeño de Bertruy y su capacidad para conectar con el electorado. Su derrota puede ser atribuida a múltiples factores, incluyendo su gestión previa como alcalde. Al no poder movilizar suficiente apoyo popular, resulta más sencillo culpar a supuestas conspiraciones que enfrentar las propias deficiencias. Su desprecio a la voluntad popular es evidente al ignorar el veredicto de los votantes en favor de la morenista Yolanda Osuna Huerta y acusar sin fundamento de manipulación electoral. Es esencial que los líderes políticos actúen con responsabilidad y integridad, especialmente en tiempos de derrota. Reconocer los resultados electorales y trabajar para mejorar desde la oposición es una muestra de madurez democrática, algo de lo que el ‘chapulín’ Bertruy carece del todo.

 

Por Jorge Núñez

Periodista nacido en Villahermosa, Tabasco. Ha sido reportero de los diarios Contacto y a. m. de León, Guanajuato, además de Tabasco Hoy y Milenio Tabasco. También estuvo como jefe de la oficina del diario Correo de Guanajuato en la ciudad de León. Fue jefe Información de Diario Presente. Ha cubierto campañas presidenciales y a la gubernatura. Desde hace doce años es autor de la columna CARTA ABIERTA, publicada en varios portales electrónicos Twitter: @jorgenunez63