CARTA ABIERTA
La afiliación de José Sabino Herrera Dagdug a Morena no ha sido un episodio menor en la política tabasqueña, aunque su impacto mediático palidece frente al ruido generado por Miguel Ángel Yunes Márquez en Veracruz.
La adhesión del exsenador perredista revela una práctica que podría erosionar aún más la credibilidad de Morena entre sus bases más puristas, representada en gran parte por el gobernador Javier May.
Mientras que Yunes provocó divisiones abiertas en Veracruz, en Tabasco el rechazo a Sabino se manifiesta en silencio, sofocado por el temor a represalias o pérdida de espacios públicos.
El llamado Vaquero de Toy Story, quien fuera uno de los críticos más acérrimos de Morena y de Andrés Manuel López Obrador, hoy presume su nueva credencial partidista como un acto de congruencia con su lucha por un “México más justo”.
Pero esta narrativa choca con su pasado reciente. El PRD lo calificó de traidor, recordando cómo incumplió su palabra de representar fielmente al sol azteca en el Senado.
Incluso, el exdirigente priista Dagoberto Lara Sedas ya había anticipado que Sabino «se vendería» tarde o temprano, prefiriendo apoyar para esa candidatura a Andrés Granier Melo, a fin de garantizar una oposición sólida en la alianza PRI-PAN-PRD que enfrentó los comicios de junio de 2024.
Lo paradójico es que Sabino, lejos de ser un político improvisado, construyó durante años un cacicazgo en Huimanguillo, respaldado por su poder económico ganadero.
Su paso por el PRD estuvo marcado por su gran afinidad con el controvertido gobernador Arturo Núñez Jiménez, señalado por Adán Augusto de diversos actos de corrupción que al final no tuvieron consecuencias.
Este historial no pasa desapercibido para muchos morenistas tabasqueños, quienes ven en él a un oportunista más que en nada se identifica con los postulados de la izquierda obradorista.
El caso de Sabino se suma al de otros advenedizos que han buscado refugio bajo las siglas guindas, alimentando críticas sobre la falta de escrutinio ideológico dentro del partido.
Aunque Sabino asegura haber conversado con otros perredistas para sumarlos a Morena, como el caso del exalcalde de Jonuta, Francisco Alfonso Filigrana Castro, queda la duda de si estos comparten los principios del movimiento o simplemente buscan seguir cerca del poder, a costa de lo que sea.
En última instancia, la incorporación de figuras como Sabino plantea preguntas incómodas: ¿Hasta qué punto puede Morena expandirse sin diluir su identidad? ¿Es posible construir un proyecto auténtico de cambio mientras se abraza a quienes criticaron ferozmente ese mismo cambio?
Las respuestas dependerán de diferentes niveles, pasando por los de Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador. Pero también de cuánto estén dispuestos a tolerar los militantes históricos antes de levantar la voz.
Por ahora, en Tabasco, el silencio pesa más que las palabras en la nada celebrada afiliación del vaquero de Toy Story.
:LA RÚBRICA
¡Cuánto daño le sigue haciendo Erubiel al PRI en Tabasco! Nadie entiende cómo es posible que siga echándose a la bolsa a cuanto priista ingenuo se encuentra en su camino. Su siguiente jugada es desplazar al actual delegado nacional, Alonso Pacheco Ucán, para dejar en su lugar al exdirigente Pedro Gutiérrez. Erubiel, señalado por Gina Trujillo de haber entregado el partido al entonces gobernador Arturo Núñez, también pidió en su momento la expulsión del único baluarte que le queda al tricolor en el estado: Andrés Granier Melo. Se sabe además que operó, junto con otros exdirigentes, la caída de Dagoberto Lara. No es todo. Aún sabiendo que Andrés Granier y su hijo Fabián Granier eran los únicos que podían conseguir votos para el partido en los comicios de 2024, hizo hasta lo imposible para que la primera posición plurinominal local quedara en manos de la entonces diputada local, Maritza Jiménez. Por todo esto, y más cosas que se saben de sobra dentro del partido, no se entiende cómo es que Alejandro Moreno le sigue el juego. Ahora bien, si el propósito de fondo es desaparecer el partido para darle gusto a Morena, sí que lo están logrando. Frente a estos antecedentes, el presidente Miguel Barrueta tiene la última palabra. Más, sabiendo que lo ayuda ante Alito el nada despreciable mérito de haber conservado, con el apoyo de los Granier, el registro del partido. Barrueta, hay que decirlo, tiene que apoyarse en los barones de probada lealtad, experiencia partidista y capital político. Quedan pocos, pero aún quedan. Y en cuanto a Alito, no tiene de otra sino entender el peligro que corre su partido con las maniobras del hombre de la zona de los Ríos… Lucero Hipólito Pérez es la primera mujer al frente de la Dirección de Asuntos Indígenas de Centro. Este hecho es un reflejo del avance gradual hacia la igualdad de género, promovida por la alcaldesa Yolanda Osuna. La incorporación de liderazgos femeninos en roles históricamente dominados por hombres es evidente en la administración morenista de la capital. Llegar después de un proceso electoral participativo añade legitimidad al acto y subraya la importancia de los mecanismos democráticos. En un contexto nacional donde se busca visibilizar el papel de las mujeres indígenas –como lo ejemplifica la declaratoria del “Año de la Mujer Indígena” para 2025–, el suceso cobra importancia. El siguiente paso es evaluar los resultados concretos de esta gestión, en términos de mejoras para las comunidades indígenas.