Relato Macabro
¡Estaba en medio de mi camino!… ¡Me miraba fijamente!… ¡Yo, temblando, no sabía qué hacer!… Me enfrenté a esa «cosa», dándole la vuelta, ¡y ahora sí sé que existe!
Después de mucho tiempo de charlar con Miguel, que es nuestro amigo de juventud, pudimos convencerlo de que nos contara un suceso que protagonizó sin querer queriendo.
Miguel es un extraordinario amigo que gusta de la literatura, no tiene género en especial, lo que lo ha llevado a tener una sólida experiencia de la vida y cuenta con buen nivel cultural.
Nuestro entrevistado es asiduo lector de este género periodístico, y no se pierde los miércoles estos casos aquí publicados.
Pero algo especial tiene Miguel, es que debido a su amplio conocimiento de la lectura y sentido común en los cambios tecnológicos… no cree en nada de duendes, aparecidos, demonios, lloronas, brujería, hechizos ni cosas parecidas a la magia o posesiones.
De tal forma que acabamos de tener un encuentro espontáneo y es en ese entonces cuando lo convencimos de que nos contara su vivencia más reciente que lo tiene preocupado.
Es hombre muy responsable y cumplidor en la cuestión laboral, pues es empleado bancario y dice que él es como los números… muy claro y preciso.
Por asunto natural de su actividad profesional, se quedó a checar diversos balances, cortes de caja, cuadrar gastos entre ingresos y egresos, así como partidas empresariales.
Nunca sale tan tarde de la oficina y no fue el único, también otros colegas tuvieron ese detalle del horario.
Eran más de las dos y media de la madrugada cuando estaba llegando a su colonia.
Nunca había tenido problemas por caminar a altas horas de la noche porque su domicilio quedaba solo cruzando el Río Grijalva.
El caso es que, faltando una cuadra donde está ubicada su vivienda, de pronto vio una imagen en la esquina y al enfocar con exactitud su visión… de golpe frenó sus pasos para ver con más claridad esa silueta… ¡de blanco!… ¡cabello largo!… ¡era una mujer!… ¡no le alcanzaba a ver zapatos o los pies!
Miguel ya para ese entonces temblaba… ¡sabía que esa silueta no era buena!… ¡había algo extraño en esa imagen!
Pensó rápido e intentó caminar por el otro lado de la banqueta y evitar pasar cerca de aquella misteriosa persona… que en la oscuridad de la noche le producía terror y mucho nerviosismo.
De pronto, sin saber cómo, esa silueta también se movió de la esquina hacia el otro lado, precisamente en la dirección que el mismo Miguel había pensado tomar para alejarse de ella.
Recordó que él (Miguel) no creía en esas cosas de misterios y espantos. Dio algunos pasos en reversa sin quitarle la mirada a «esa cosa» que tenía al frente… misma silueta que también avanzó hacia él.
No sabe de dónde sacó fuerza y valor… se acomodó y comenzó a correr al ver a La Llorona aparecida en su camino.
Corrió tanto que le dio la vuelta a toda la manzana de su colonia, para luego frenar su desesperada carrera exactamente frente a su casa, donde abrió apresuradamente y se metió a su vivienda y desde el interior pudo ver perfectamente… La Llorona pasó sin detenerse y todavía movió ella la cabeza con dirección al hogar de Miguel.
Desde estos hechos, Miguel ya le tiene respeto a este tipo de fenómenos paranormales… ¡ahora sí ya cree!… ¡ya no ha vuelto a quedarse a trabajar tan tarde!… ¡este suceso tiene muy pocos días!
¿Le gustaría tener un encuentro con La Llorona?… ¿Ya se le apareció y no se asustó?… ¿La Llorona le hace a usted los mandados?