Villahermosa, Tabasco.– En una denuncia que ha comenzado a sacudir conciencias, el reconocido contador público Nolberto Seledonio Gil ha decidido romper el silencio y denunciar públicamente las condiciones inhumanas que sufre su esposa, Norma del Carmen Cabrera Cruz, en el Hospital General de Zona No. 46 del IMSS, en Villahermosa. Lo que debería ser un espacio de atención y esperanza, se ha convertido en un laberinto de negligencia, desabasto y protocolos absurdos.
Norma, de 64 años, enfrenta una lucha múltiple: cáncer de mama, secuelas de eventos cerebrovasculares, neuropatía diabética, y una larga lista de padecimientos que el IMSS ha decidido tratar con indiferencia burocrática. A pesar de la gravedad de su estado, estudios médicos vitales como resonancias magnéticas, citas con oncología y neurología, e incluso una cirugía de cataratas pospuesta desde hace tres años, han sido pospuestos indefinidamente o simplemente ignorados.
Según el testimonio de Seledonio, no hay medicamentos para quimioterapia, no existe un oncólogo en funciones desde que el anterior se jubiló, y la atención médica es tan desorganizada que incluso las citas confirmadas se cancelan porque «los medicamentos no llegaron de Mérida». Peor aún: la única vez que lograron una cita con neurología, la atendió una pediatra, incapaz de valorar adecuadamente su cuadro clínico.
“No es solo el dolor físico de mi esposa. Es el daño psicológico que implica sentirse olvidada, como si no valiera la pena salvar su vida”, señala Seledonio, quien ha documentado cada omisión, cada aplazamiento, cada acto de omisión.
En un giro que raya en el absurdo, uno de los estudios más importantes para evaluar el avance del cáncer, el PET/CT con 18F-FDG, simplemente “no lo subroga el IMSS”. Y sin recursos para hacerlo de forma privada, la opción que queda es esperar, aunque eso signifique dejar que la enfermedad avance.
Mientras el país presume avances en el sistema de salud, historias como la de Norma revelan un submundo de abandono, burocracia sin alma y un sistema que, lejos de cuidar, parece castigar a quienes más lo necesitan.
Nolberto Seledonio exige lo mínimo: atención digna y el cumplimiento de lo que por ley corresponde. Hoy, su voz es la de miles de pacientes olvidados por un sistema que parece hecho para negar, no para sanar.
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